Siempre me he considerado una férrea defensora del teatro y arte joven, pero la representación del musical Fase Rem en el teatro Riberas del Guadaíra hace unos días ha conseguido enervarme enormemente.

Este musical, promocionado como una “actividad pedagógica” por los maestros que lo organizan, ha resultado ser un descarado pretexto que escondía una intención lucrativa y de promoción para el grupo de música Fase Rem.

La idea que han tenido los organizadores para llevar a cabo esta trama ha sido subir a más de un centenar de alumnos al escenario unos breves minutos, sabiendo que estos arrastrarían a sus familiares que, con la ilusión de verles actuar, pagarían los diez euros que valía la entrada.

El precio de la entrada y el bombo que se le ha dado a este musical contrasta enormemente con el poco interés que se ha mostrado para organizar un espectáculo de calidad, ya que en él abundaban los anacronismos, la elección de un vestuario extremadamente cutre y hasta las faltas de ortografía en la sinopsis.

En conclusión, podríamos decir que nos encontramos ante una premeditada elección de unos ingredientes que han logrado, a cualquier costa, un puchero bien lucrativo y, lo peor de todo, es que ha sido orquestado por unos “maestros” que parece que han vendido su vocación al dinero y a la desvergüenza.

Ana Matilla