Sin duda, en nuestra cotidianidad hacemos colas y filas para un fin u otro, la que hacemos en la caja de cualquier comercio, para salir de un transporte público, ya sea bus, metro o el taxi y muchas más. Desde pequeños hemos aprendido a hacer colas y filas en las escuelas para cualquier actividad. Siempre hubo tramposos que según hacía dónde se dirigían esas colas se colocaban en los primeros o en los últimos lugares; si era para ir al comedor, los primeros; si era para la revisión médica, los últimos.

Hemos aprendido a vivir con ello, pero al mismo tiempo hemos reconocido como privilegiados a aquellos que no las realizan. Hemos elevado al status de seres por encima del bien y del mal a quienes se las saltan todas. Luego, por debajo de los intocables hay distintos grados, según tus contactos y/o gente untada puedes evitar unas colas u otras.

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Natural de Sevilla; en la Rábita, el mar me bautizó; aprendí a caminar y hacer travesuras como cazallero; en Dos Hermanas la escuela me dio alas, la Hispalense un motor; luego en México, bravura y...