Hemos pasado unos días por el centro de París parándonos en cada escaparate, girándonos para fijarnos en cada persona que pasaba… qué estéticas, qué prendas de ropa, qué cutis perfectos, qué ritmos, qué cantidades desorbitadas de dinero y qué maneras de relacionarse.

Mi amiga, andaluza trabajando en la capital francesa a la que visitábamos, dice que paga cerca de 700 euros por 8 metros cuadrados. Vive en la parte superior del edificio, justo al lado de un piso de iguales características en el que ahora están dos hermanos sirios que trabajan en un kebab cerca.

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La calle cuenta historias a diario y yo no puedo evitar pararme a escucharlas. Comunicación, relaciones internacionales, cultura de paz, derechos humanos, fotografía… y lo que esté por llegar.