Europa enmudeció la mañana del jueves, viendo cómo llovían bombas en Ucrania. Cuando empieza una guerra, la Humanidad ya ha fracasado. Para mayor desgracia nuestra, no es el único conflicto vivo en el mundo. Tristemente, todo lo que está sucediendo es real. ¿Existe tanta maldad en un ser humano? Existe, incluso se escapa de la lógica.
Tenemos que mandar un mensaje de afecto y solidaridad al pueblo de Ucrania. Esta semana, no podíamos hacer otra cosa. En especial, si es que tiene algún sentido, a las más de 1700 personas de nacionalidad ucraniana que viven en la provincia de Sevilla. No estáis solas.
Esta guerra, en realidad, nos toca. No solo por la tristeza que produce ver tanto sufrimiento, tanto dolor y tanta injusticia derivada de la maldad y la crueldad. Si algo podemos aprender de este conflicto, o recordarnos, mejor dicho, es la peligrosidad del extremismo político. El río de la Historia vuelve a sonar. Estamos a tiempo de impedir que el mal sea mayor, si cabe.
El fanatismo ha ganado mucho terreno en Europa, pero no podrá conquistar el sentido común ni invadir las almas de quienes queremos la paz. No dejar solo al pueblo de Ucrania es una cuestión obligatoria para el futuro de la Unión Europea. Tenemos que defender la democracia y el espíritu de libertad.
Ponernos del lado de los ucranianos y las ucranianas no significa querer ir a la guerra, sino empatizar con ellos y defender la justicia. Repasar los peligros que supone un avance la lógica ‘putiniana’ no es nuestro cometido. Sin embargo, sí debemos recordarnos que caminamos hacia un mundo peor, más cruel; que está perdiendo los argumentos y el diálogo paulatinamente.
Esta guerra ha despertado la preocupación de muchas personas que todavía se creían en aquellos tiempos donde el extremismo y el populismo no se llenaban los bolsillos de votos. Pero ya está aquí. Como ciudadanos de un antiguo milagro, llamado Unión Europea, tenemos que abrir las puertas a los refugiados que escapan de los tiros y la irreflexión; como medios de comunicación, frenar las noticias falsas y los argumentos que alimentan estas lógicas del siglo pasado.
Solidaridad y amor con el pueblo de Ucrania. No estáis solos.