«No dejan volar a tu hermana». «¿Me busca alguien un vuelo? ¿Me decís por favor qué hago? Aquí nadie dice nada en claro, está todo el mundo enfadado, gritándome, por favor, qué agobio, haced algo». Abres un ojo y te encuentras el grupo de WhatsApp de la familia echando humo. Una de tus dos hermanas que vive en Inglaterra no ha podido volar esta mañana vía Portugal por no sé qué requisito número 23.000 de control del Covid. A la otra, que viajaba directo, sí le han dejado. Menos mal.

Te incorporas, buscas las zapatillas y enciendes el ordenador. «Vuelo Staten - Sevilla...» - ¿Fecha? Hoy mismo. Acabas dando con un asiento libre y a las horas llegaría una foto de Leire en casa. Por fin. Una victoria más en esta gymkana que está siendo planear la vuelta a casa por Navidad. O la Navidad en sí incluso. Antes, lo de coger un vuelo para un mismo día te sonaba a película yankee de tres de la tarde, pero, visto lo visto, ya te sorprenden menos las cosas.

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La calle cuenta historias a diario y yo no puedo evitar pararme a escucharlas. Comunicación, relaciones internacionales, cultura de paz, derechos humanos, fotografía… y lo que esté por llegar.