Hace un par de semanas, la madre de Carlos se acercó a la habitación de su hijo para darle un beso antes de ir a trabajar. Mi madre lo hace siempre, por eso pienso que es una costumbre muy extendida. Si algún día tengo hijos, yo también lo haré. Pero ese maldito hábito provocó a la madre de Carlos la desgracia más grande de su vida.

La mañana del 26 de noviembre, su hijo no durmió en la habitación. La mujer oteó la casa y vio que la luz del cuarto de baño asomaba por debajo de la puerta. Entró para apagarla, extrañada, y vio que Carlos pasó la noche allí. Durmió bañado en su propio vino, blanco como el yeso, inerte. Una cuchilla, agua caliente y toda una noche para darse tiempo. Poco a poco, en la más absoluta y silenciosa soledad, se fueron apagando todos los recuerdos que dejaba al otro lado de la puerta del cuarto de baño. Mientras, su familia no se enteraba de nada. Se suicidó, sin más.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Puedes hacerte socio o registrarte gratis

Si estás registrado o eres socio inicia sesión

Cuento cosas y espero que te resulten interesantes. Escribo para seguir vivo. En Twitter: @meratleon