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A veces, por una casualidad más o menos intencionada dependiendo del día y del humor, cae en mis manos alguna revista del corazón. Y en ocasiones despierta en mí, como hoy con Belén Esteban en portada, alguna reflexión inquietante.

Belén Zurbano Berenguer. El llamado “corazón” (salsas rosas varias, pseudo noticias sobre divorcios, ceses temporales de reales convivencias y escándalos morales y sociales varios) apela a la parte más emocional e irracional de las personas. Y llega. Es como no mirar cuando en la carretera hay un accidente o en la tele aparece el típico “estas imágenes pueden dañar su sensibilidad”, puede lucharse contra ello, pero cuesta.

A veces no me resisto. La princesa del pueblo me llama poderosamente la atención. Y empecé a leer  sin imaginarme que, después de un rato poniendo a caldo la supuesta falta de lealtad (y sobre todo la mentira, sobre todo eso la negación del affaire) acabaría planteándome la inteligencia de, como la llaman los medios “la de San Blas”.

Por lo visto hay quienes “especulan” (Pronto, 16/X/2010) que la susodicha princesa, podría estar planteándose formar su propio partido político, y, atención, incluso presentarse a una elecciones. O sea, que encima, tendría visos de ganar, de optar a la gestión de cualquier presupuesto, administración, localidad.

La verdad sea dicha, siempre he creído –quiero justificarme pensando que es irracional también- en la élite cultural, y a partir de ahí y de las supuestas especulaciones partidistas me pregunto, ¿si Belén Esteban puede gobernar yo podría operar una miopía? Menos mal, qué alarde de sensatez, ella dice que se ríe cuando oye de hablar de eso. Y no es porque a priori dude de ella por ninguna razón especial sino porque estoy convencida –como buena antigua, tan antigua como la Política de Platón- de que para toda profesión ha de haber una formación, una preparación. Y de aquí mi reflexión: viendo que la sociedad que hemos montado no funciona, que en vez de a mejor cada vez vamos a peor (en todos los sentidos: económica, educacional, social, moralmente) ¿no será mejor que los políticos que vengan, en vez de princesas, y por supuesto en vez de los que actualmente nos gobiernan, sean buenos profesionales y se tomen en serio su trabajo?

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