¡Ea! Ahí está el pastel. Ya lo soltó el gobierno municipal. Este año no se desmontarán las catenarias del tranvía Metrocentro . Las catenarias, recuérdese, son  los cables que alimentan de electricidad a las unidades del tranvía para que puedan funcionar, que no los postes que los sujetan.

Por Germán Terrón. El pasado año había postes que estaban justo en medio de la Avenida de la Constitución y, por lo tanto, sí constituían una barrera física que impedían el paso de  las hermandades en su tránsito hacia el primer templo de la ciudad. Sin embargo, tras la Semana Santa de 2008, estos postes se sustituyeron por farolas fernandinas de mayor tamaño y envergadura que sirvieran a su vez para sostener la catenaria.

 

El experimento medio contentó a la ciudadanía que veía eliminarse una buena parte del bosque de postes metálicos en el interesantísimo paseo peatonal en que se ha convertido el eje Prado-Plaza Nueva. Pero, hete aquí, que ahora ya no hay necesidad física de quitar nada (salvo, quizás para el tránsito de los pasos de crucificados) y el Ayuntamiento anuncia que no lo hará.

Una medida lógica por dos cuestiones: dejaría sin servicio de tranvía a la Plaza Nueva durante un periodo de más de un mes y, segundo y más importante, el costo de su desmontaje y montaje sería un dispendio poco justificable, menos aún en época de crisis.  

No nos olvidamos que el gobierno municipal prometió un tranvía con baterías para el tramo Archivo de Indias-Plaza Nueva y el consiguiente desmantelamiento de toda la infraestructura aérea. Pero, mientras tanto la zona ha de permanecer tal cual está.  

Rápidamente ya saltaron los diferentes comentarios. El más sensato el del presidente del consejo Adolfo Arenas que vino a decir más o menos que las cofradías deben adaptarse a la ciudad y no al revés. Me parecen providenciales estas declaraciones porque, en el fondo, hablamos de una cuestión meramente estética.

Que hay que cuidar, sí, de acuerdo, pero que tampoco hay por qué rasgarse las vestiduras cual Caifás venido del Tardón. Nuestros ojos están acostumbrados a ver pasar cofradías sin cables. Pero, ¿qué hubiera pasado si el tranvía nunca hubiera desaparecido de nuestras calles? Seguiríamos viendo cables por todos lados y nos parecería una estampa de lo más normal del mundo. De hecho hay muchas postales antiguas que así lo atestigua. ¿O ya se nos olvidó aquello de que “al cielo con Ella” viene de “a los cables con Ella”?

Lo peor de todo esto son las numerosas voces que se alzan en la ciudad con el adjetivo de cofrades y que proclaman a los cuatro vientos que esto es un atentado gravísimo a las hermandades y sus tradiciones y que qué se va a esperar de un gobierno como éste y tal y cual. Mezclamos churras con merinas, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Guadalquivir desemboca en Sánlucar.

No les falta a este grupito de pseudo-cofrades tiempo para arremeter contra todo, creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Son los más ruidosos y mediáticos y, por lo tanto, dejan en un segundo plano a los demás: los que abogamos por definirnos por personas normales que nos insertamos en la sociedad con naturalidad sin creernos que la ciudad es un enorme parque-temático-cofradiero hecho sólo para que pasen procesiones por sus calles. Me reivindico como cofrade sin que por ello tenga que adscribirme a ninguna ideología política ni forma de pensar. Es muy interesada la postura de etiquetar. Pero ante esto, lo siento, no admito etiquetas.  

– ¡Camarero, una de catenarias con bacalo!

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Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...