metas-durango-tig-flickr

Iniciamos nuevo año. Nuevas expectativas, ilusiones y oportunidades nos esperan y queremos llevarlas a cabo con energía positiva y grandes dosis de motivación.

«La tragedia de la vida no reside en no alcanzar tu meta. La tragedia está en no tener metas que alcanzar» 

-Benjamin Mays-

Muchos de nosotros comenzaremos el año con una lista de propósitos para cumplir a lo largo de toda la temporada. La realidad es que muchos de esos deseos y objetivos quedarán olvidados a la altura del mes de febrero, llegando a crear una sensación de frustración a muchos de los que les ocurre este hecho. Pero ¿Por qué nos sucede esto? ¿Por qué todos los años nos proponemos una y otra vez las mismas aspiraciones que nunca llegamos a alcanzar? Diversos estudios muestran que, en torno al 20% de los propósitos de año nuevo, se abandonan en la primera semana de enero y, por lo menos el 80% a lo largo de este.

Vemos como cada año volvemos a anotar en una lista los mismos proyectos, que terminan diluyéndose en nuestra rutina diaria utilizando argumentos como: “mejor el año que viene, que este me viene mal…”.

Pero el verdadero quid de la cuestión está en ¿Qué puedo hacer para remediar esto? Hay personas que sí consiguen alcanzar sus propósitos. Su secreto es que siguen una serie de pautas y que, en este caso, también a nosotros nos serán de ayuda para visibilizar y alcanzar nuestras aspiraciones para el año nuevo.

A menudo, solemos saltarnos el paso más importante, porque nos parece tan obvio, que olvidamos la importancia que tiene:

1. Los propósitos de año nuevo tienen que ser propios. Es decir, tenemos que elegir un propósito que verdaderamente nos estimule. Ni nuestros amigos, pareja o familiares pueden marcar nuestros objetivos. El hecho de basarnos en sus opiniones facilitará que abandonemos mucho antes nuestra dedicación para conseguirlo, ya que no es algo que deseamos por nosotros mismos, sino algo que nos llega impuesto por la presión social.
Lo esencial es que meta te interesa alcanzar a ti y a nadie más.
A partir de esta simple pauta, podemos generar todas las demás.

2. Hacemos una lista con demasiados propósitos. Nos marcamos muchas metas y pecamos de no tener en cuenta la vorágine de acontecimientos que llevamos a cabo en nuestra rutina, lo cual nos resta mucho tiempo para dedicarle a nuestros objetivos. Es mucho más fácil focalizarnos en una o dos metas que en diez o en veinte. Lo ideal es que elijamos entre una o dos que nos parezcan importantes. Si antes de que finalice el año, las hemos logrado, podemos marcarnos una o dos más antes de que éste termine.

3. Escribimos nuestras metas de manera muy general. “Perder peso”, “hacer deporte”, “pasar menos tiempo en la oficina”… Estas son algunas de las propuestas que nos hacemos. No son engañosas, pero sí inexactas.
Por ejemplo, si lo que queremos en perder peso, primero tenemos que saber cuántos kilos podemos perder en un mes, y en base a esto, cuantificar el propósito: “perder 2 kilos cada mes”. Ésto nos ayudará a visibilizar mucho más el objetivo y a hacerlo más asequible.

4. Trazar un plan. Una vez que ya somos conscientes de que objetivo queremos alcanzar, tenemos que establecer un plan para conseguirlo. Tenemos que planificar el recorrido que vamos a hacer hasta llegar a la meta. Si nuestra prioridad es perder peso, el primer paso será ir a un dietista-nutricionista, que nos oriente en los alimentos que tendremos que consumir y como consumirlos. A partir, de ahí seguiremos estructurando nuestro programa hasta llegar al final de nuestro objetivo.

5. Intentamos tener éxito en un día o dos. La mayoría de las metas requieren de tiempo para lograrlas y mantenerlas. Debemos calcular el tiempo aproximado que necesitaremos para alcanzar nuestros objetivos o nos agotaremos incluso antes de haber empezado. Podemos preparar mini-metas y trabajar en pequeñas porciones de nuestros propósitos cada vez. Premiarnos a lo largo del camino, puede aumentar nuestra motivación para continuar.

6. Probablemente el camino hacia conseguir nuestros propósitos no sea fácil, por ello es importante saber qué cosas buenas va a aportarnos hacer ese cambio y tratar de recordarlas. Podemos hacer una lista con los pros si pensamos que eso nos va a ayudar, así en los momentos de duda o cansancio recordaremos por qué lo estamos haciendo. Apoyarnos en personas de confianza también es muy buena idea, pueden animarnos a no desistir y ayudarnos a mantenernos en el camino que nos acerca a nuestros objetivos.

Todas estas cosas descritas anteriormente crean y alimentan nuestra motivación para el cambio. La motivación es la gasolina del cerebro que nos hará llegar a donde queramos.

Dejémonos llevar por las ilusiones depositadas en este año nuevo que acabamos de estrenar, y pensemos que si alguna de las propuestas que nos hemos planteado ahora, ya lo hemos hecho varias veces, no nos valen más excusas ni esperar futuras ocasiones para llevarlas a cabo, el mejor momento es ahora.

Nacida en Aracena, Huelva, siempre ha estado muy vinculada a la ciudad de Sevilla y su idiosincrasia particular. Se instala en ella hace nueve años para formarse como educadora en lenguas extranjeras....