joaquin ferrera 250216

‘No me apetece mucho, la verdad’; ‘Esta noche ponen una película que quiero ver’; ‘Estoy cansada, mañana quizás’.

¿Os suenan de algo estas argumentaciones? Supongo que en ocasiones habéis escuchado esto de vuestras parejas ante la demanda de tener una relación sexual.

Esta situación puede ser algo puntual o situacional y no suponer ningún problema o bien instaurarse como una respuesta habitual ante una petición de acercamiento sexual y sí convertirse en un trastorno sexual.

La incidencia y prevalencia con la que se dan estos trastornos de falta de deseo e incluso aversión sexual es difícil de determinar. En lo que sí hay consenso es en que la ausencia de deseo es el problema sexual más frecuente en la mujer y que, hasta la fecha, la falta de deseo afecta más a las mujeres (con prevalencia, según autores, entre el 22% y el 51% de la población femenina) que al hombre (con prevalencia, según autores, entre el 10% y el 15% de los varones).

Las personas que tienen este problema suelen formular excusas para evitar una relación sexual con su pareja. Casi nunca se acuestan a la vez que su pareja, siempre tienen alguna excusa pendiente: recoger la cocina, un programa muy interesante en la tele, un trabajo urgente… En ocasiones, esta evitación les supone un sentimiento de culpa y aumenta la ansiedad en la medida en que se dilata el encuentro sexual.

En el deseo sexual inhibido, la falta de fantasías eróticas lleva a ver la relación sexual como un hecho desagradable, incluso un castigo.

La queja sobre la falta de deseo sexual es muy común. Como causa más frecuente, suele aparecer el alto grado de estrés al que las personas se ven sometidas en la vida cotidiana, donde todo suele estar programado menos el disfrute sexual y la relación de intimidad con la pareja. Por tanto, es importante, darnos cuenta de que si queremos cultivar la relación de pareja, no descuidásemos este aspecto y no lo dejemos de lado o para lo último.

Abundando un poco más en las causas, existen varios factores que suelen estar presentes en esta falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo:

– Obligaciones domésticas: Es un factor manifestado, muy presente en la terapia sexual. La vida doméstica tiene sus condicionantes y la teórica igualdad de género en que hombres y mujeres comparten derechos y obligaciones funciona más de puertas para fuera que en la intimidad del hogar. El doble papel que muchas mujeres tienen (en el hogar y fuera de él) hace que tenga una sobrecarga y conlleve un cansancio considerable al final del día.

– Problemas de relación de pareja: Puede haber malas rachas en la relación, pero cuando se convierte en una relación tormentosa, lógicamente esto repercute negativamente en el apetito sexual de forma importante.

– Educación sexual inadecuada o experiencias traumáticas: Si ha existido alguna de estas situaciones, es un condicionante para la expresión saludable de la sexualidad porque dificultan la aparición de fantasías sexuales, preludio del deseo sexual.

Los problemas de deseo sexual inhibido suelen necesitar de atención sexológica, que incluye trabajar factores de predisposición relacionados con la historia erótica y la educación sexual.

Por otra parte, es determinante dilucidar qué factores están manteniendo o perpetuando esa merma en el deseo sexual. Este problema suele tener una importante repercusión en la relación de pareja. Es muy importante hablar con la pareja de esa disminución del deseo, dejando claro que no tiene nada que ver con que se le encuentre menos atractiva ni se haya perdido interés por la relación.

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