Lo imposible puede, a veces, darse en el lugar más insospechado. En una tranquila droguería del parque Alcosa, en los conocidos “comerciales viejos”, varias trabajadoras aseguran que ocurrían sucesos inexplicables.

 A pesar de no conocerse ningún hecho que sirva de desencadenante para lo allí acontecido, una de las chicas afirmó al investigador sevillano José Manuel García Bautista que “cada vez que le tocaba cerrar la tienda, se sentía acompañada en su interior y cuando conectaba la alarma, ésta sonaba una y otra vez, como si algo invisible hubiese quedado dentro”.

Otra de las empleadas aseguraba que “se encontraba reponiendo botes de perfume en un pasillo cuando escuchó un ruido detrás suya. Al volver la mirada los botes estaban cambiados de lugar”.

La dependienta no dio más importancia a lo sucedido  y volvió a colocarlos correctamente. De nuevo escuchó ese ruido, y de nuevo los frascos estaban cambiados de lugar, la chica se asustó bastante y cerró el local rápidamente y se marchó.

La última de las chicas que trabajaban en esta droguería  también fue víctima de lo imposible. De nuevo, llega la hora del cierre, la chica se encontraba en uno de los pasillos de la droguería y comenzó a sentir una respiración detrás suya, se asustó muchísimo pero no le dio  más importancia y continuó con sus labores.

En esta ocasión, escuchó un golpe, un bote de aguarrás rodaba por el suelo hacia a ella. Cuando levantó la vista del suelo, ahí estaba, una perfecta silueta humana negra. Inmóvil. La chica aterrorizada gritó y  la silueta fantasmal desaparecio. Ella rápidamente salió del local, y cerro rápidamente el negocio.