Cada día no dejan de aparecer nuevos candados / Rosario Mesta

Resulta difícil pensar que una declaración de amor pueda constituir un delito contra el patrimonio cultural y la estética, pero eso es lo que piensa la mayoría de vecinos de Sevilla, y más concretamente del barrio de Triana, acerca de la nueva tradición mediante la cual las parejas colocan un candado en el puente de Isabel II, para después tirar la llave al río. Una costumbre que ha dividido por completo a la ciudadanía entre la ingenuidad de un ritual amoroso, y la agresión hacia un puente centenario.

Rosario Mesta. ¿Una simple demostración  de amor o un delito contra la estética y el patrimonio cultural? Un auténtico debate que ha surgido en la capital hispalense a raíz de la nueva moda importada directamente desde Italia a través de la cual, los enamorados sellan su amor colocando un candado en los barrotes del puente de Triana, para después tirar la llave al río.

Al principio, no pasaban de ser pocos los candados existentes en el puente de Isabel II, convirtiéndose en una anécdota motivo de curiosidad para los paseantes que recorrían el camino que une Sevilla y Triana, pero a medida que se difundía esta nueva costumbre, se contaban por miles los cierres encontrados, lo que empezó a preocupar a ciudadanos y gobernantes, que vieron en la nueva moda un delito contra la estética del puente, considerado Bien de Interés Cultural.

Una moda que amenaza con convertirse en tradición. Son muchos los detractores de la nueva moda, considerándola una falta de respeto hacia los monumentos históricos de la ciudad, y un grave peligro para la estructura que sostiene el puente. Pero lo cierto es que cada día no dejan de aparecer nuevos candados, llegando incluso a rebautizar el Puente de Triana, ahora llamado por numerosas personas como “El Puente de los enamorados”; Mari, vecina del barrio de Triana piensa que “es una costumbre italiana que se está afianzando con fuerza en Sevilla, hay que hacer algo ya porque próximamente podrán aparecer pintadas incluso en La Giralda, no hay respeto alguno por los monumentos”.

No piensa lo mismo Rocío, quien opina que le parece “un gesto muy romántico, es un atrayente para turistas y curiosos, lo veo bien”, mientras coloca su candado en otro puente, el de San Telmo; Y es que también han aparecido los llamados “candados del amor” en el Puente de San Telmo, así como en el Monte Gurugu del Parque de María Luisa, lo que supone para algunos una verdadera amenaza que crece al ritmo de los latidos de los enamorados, a quienes no parece importarles las críticas recibidas ni la persecución que el Ayuntamiento sevillano ha emprendido contra estos rituales.

Retirada quincenal. El Consistorio pasó a la acción y el pasado 22 de septiembre ordenó al Pleno del Distrito la completa retirada de los más de mil candados de los barrotes del Puente de Triana,  anunciando que esta limpieza se llevará a cabo cada quince días hasta frenar su proliferación por completo.

A los que parece no importarle la polémica surgida es a los ferreteros, quienes están haciendo su particular agosto, ya que venden gran cantidad de candados, y han visto aumentado sus beneficios.

 

Romanticismo italiano

El ritual de poner candados en el puente de Triana viene importado directamente desde Italia, a raíz de la publicación de la novela Tengo ganas de ti, de Federico Moccia, donde los protagonistas sellaban su amor colocando un candado en el Puente romano Milvio.

Después de la publicación del famoso libro, miles de italianos imitaron a los protagonistas de Moccia y colocaron un candado con sus iniciales en las farolas del puente romano, llegando a existir tal cantidad de candados, que uno de los postes se derrumbó a causa del peso, lo que provocó que a partir de entonces, se creara una página web, donde los enamorados colocaban su candado virtual.

A Sevilla esta curiosa costumbre de demostrar el amor fue puesta en marcha a través de los estudiantes italianos procedentes de la beca Erasmus.