Ni si quiera un puñado de euros. Parece que, definitivamente y en esta coyuntura de crisis, las empresas han entendido las prácticas como “trabajo gratis”.

Belén Zurbano Berenguer. El sistema de prácticas para estudiantes universitarios puede verse desde una doble perspectiva. En el caso de las de formación: de un lado, la de formar (valga la redundancia) al alumno en el contexto laboral y profesional propio y, de otro, la de un par de brazos más pa´l currele diario. En el caso de las prácticas para titulados los estudiantes llevan ya hasta una licenciatura a sus espaldas y normalmente más de una práctica de formación en su currículum, y todavía, tienen que demostrar que están capacitados para un puesto digno que alcance una retribución de, al menos, el mínimo interprofesional. Y “la otra forma” de entender eso está clara: trabajo gratis.

Para las prácticas de titulados, que resultan las más indignantes puesto que existe una persona formada sin cobrar su salario, la idea originaria parece ser honesta:  se pretende que a la empresa no le cueste esfuerzo ni dinero conocer a jóvenes talentos recién titulados. Sin embargo, el sistema parece haberse pervertido hacia nuestra propia perdición: en esos seis meses, los becarios, los llamados en las empresas “chicos de prácticas” hacen todo lo posible y más por demostrar su valía, su tesón y sus ganas. En el camino algunos pierden hasta los valores arrastrándose por una prórroga. Y pasan de convenios, curran el doble aún a sabiendas de que nunca los contrataran porque, detrás, habrá otro “pringui” que hará lo mismo por el módico precio de un puñado de euros. Sin horarios, sin derechos, todo por una oportunidad y con la pesada losa que inculcan desde el principio: “y como tú hay doscientos detrás, así que…. tú verás si vienes o no el sábado”.

Además de trabajar, sólo tienen una oportunidad real de optar a esas prácticas porque una vez “disfrutada” una, tendrá prioridad quien no haya realizado ninguna antes y claro, al ritmo en el que el sistema educativo superior español permite las licenciaturas, siempre va a haber alguien sin prácticas, es decir con preferencia. Y mientras tú, estudiante te la juegas en la primera empresa a la que puedas llegar, las empresas piden y piden alumnos en prácticas. Salen unos y entran otros. Números, cifras, de un lado, trabajo precario e ilusiones en balde, de otro.

Es el momento de poner un freno a esta esquizofrenia y plantear, de un modo jurídico, la siguiente norma: si a la de, por ejemplo, tres prácticas, la empresa “x” no ha encontrado a ninguna persona “apta” para trabajar en su empresa, es decir, no contrata, ésta pasará a ser considerada una “empresa con dificultades de adecuación al actual mercado de recursos humanos” y tendrá, por si misma y sin incentivos institucionales (¿se me ha olvidado decir que los 470 euros no los paga la empresa si no en una mínima parte?) que buscarse la vida para encontrar esa mano de obra que le hace falta y por la cual justifica su necesidad de becarios.

Ya está bien hombre de tanto trabajo gratis.

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