Hay quien pueda llamar a esto indolencia, autocomplacencia u ombliguismo. En otros sitios, sin embargo, está bien visto el chauvinismo parisino o barcelonés. Pero no confundamos las cosas. No me gusta tampoco la postura de esto es lo mejón del mundo, que tanto daño nos hace. Una dosis de espíritu exponoventaydos cada cierto tiempo le vendría muy bien a Sevilla para que, sin dejar de ser ella misma, estuviera constantemente en alerta y abierta al mundo como lo que siempre fue y parece que no quiere ser ahora: cosmopolita.
Pero llega marzo y la ciudad renace. Y yo con ella. Ahí estamos en estas que me cambia el humor, la manera de ver las cosas, el interés por uno mismo y por los demás. A veces me sorprende que me pueda influenciar de una manera tan drástica el paso de las estaciones y el tiempo meteorológico. Pero es así. Y no hay explicación racional que valga.
En lo personal (al igual que la ciudad) entro en estos días en los que para mí son días importantes, fuertes, frenéticos. Un tiempo en que siento que todo está en ebullición. Si el ánimo de la ciudadanía está decaído por el contexto económico-social que nos ha tocado vivir, no podemos desaprovechar estos recursos que se nos dan gratis y en bandeja para darnos cuenta que son las pequeñas cosas del día a día lo que realmente es importante. ¡Vamos a aprovecharlo, que no cuesta nada!