Volvía de Huelva enarenada, tostadita y risueña –eso sí, sin esas horribles chanclas de plasticajo tipical playeras- cuando reparé en la cantidad de banderitas españolas que llevaba viendo entre secarral, limoneros y pinares.

Belén Zurbano Berenguer. Ví –viví, sufrí- el partido del sábado noche, ese “histórico” partido que nos metió en la semifinal. La tensión por no poder acercarnos –reparen en el “nos”, sobre todo a quienes me conozcan debe resultarles muy cómico verme incluida en algo que tenga forma esférica y no sea un bombón – a puerta, el subidón con los parones del “Santo Casillas”, la competitividad por a ver quién se come el último pistacho.

Casi, casi me convenzo del espíritu nacional. Pero fue ver esa bandera ayer en la carretera y ¡zas!, de vuelta a mi sosa racionalidad. Un trapo, dos colores, un palito, y a la guerra. Leñes, se me viene “a bote pronto” el “Perejil español”. ¿Llegamos a colocar la bandera de España? (léase: sorna).

Conclusión, que hay símbolos que despiertan, símbolos desconocidos y símbolos que aún re-conocidos no nos son cercanos por cualquier motivo. Y mucha prostitución como bien dice mi querida vecina –me ha encantado ese toque costumbrista, vecinas de columna- Mercedes. “La roja”. ¡Pero si en este país ya apenas queda algún rojo suelto!

Los pañuelos palestinos –pronúnciese como quiera/pueda- son la cara visible de esa realidad que es la vergüenza de Occidente por lo que en su desarrollo tuvimos que ver. No quiero parecer arriesgada –es más, vengo de buenos aires tras los yodos playeros y quiero conservar el tono- y no diré que auspiciamos la barbarie que hoy se vive en esas tierras que ni sabemos dónde caen en el mapa. No, diré solo que toleramos. Quizá por eso querida Mercedes, sin entrar a valorar, es por lo que tengan tantos “privilegios” o reconocimientos. Debe de no dejarnos dormir el sentimiento de culpa. Por su situación –y es la más humilde de las opiniones- merecen el respeto por ese símbolo que es su trozo particular de trapo. Colocado como bufanda o como sombrero, me da igual, pero que a algunos al verlo nos trae irremediablemente su sufrimiento a la mente. Por lo menos, a la mente.

Lejos de mi intención hacer apología, pero viene bien de vez en cuando recordar tiempos adolescentes de gritos desgarradores y verdades como puños que se atragantan en gargantas derrochadoras de energía. Perdonen las maneras, algunos tuvimos un pasado soez. [Imágenes no recomendadas para todos los públicos] http://www.youtube.com/watch?v=nmBWAGODcRE

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