Para combatir tanta melódica estupidez. Y es que, siento las formas, pero me llevo aguantando semanas. Domingo tras domingo lo pienso, voy a escribir de esto, voy a compartirlo con los demás por si me estoy equivocando. Que igual enfoco mal. Pero al final no lo hago, y ya ha llegado un punto en que sobrepasa la irritación.

Belén Zurbano. Pongamos que estamos en una cafetería, y A le dice a B:

Tú no me quieres entender y me mandas a callar diciéndome no me debo sorprender porque así es la realidad de nuestro amor / y yo no tengo armas para enfrentarte pongo mis manos, manos al aire, sólo me importa amarte en cuerpo y alma como era ayer / Tú perdiste el control y te dejaste llevar por la inseguridad, yo que te he visto crecer me puedo imaginar que todo cambiará / hoy aunque todo siga igual y me mandes a callar diciéndome que tienes que dominar o será el final, y yo no puedo así / y yo no tengo armas para enfrentarte pongo mis manos, manos al aire, sólo me importa amarte en cuerpo y alma como era ayer (…).
C, o sea, yo, cotilla por naturaleza y curiosa por deformación profesional (sonrisa) que estoy en la mesa de al lado, me escandalizo. Será porque esta semana han sacado los europeos las tarjetas rojas contra el maltrato, porque esta mañana me he despertado (de medio día y con un buen humor de domingo hasta que he encendido la radio) con un nuevo caso de asesinato a manos de “ojalá eso pudiera llamarse pareja sin ofender al término mismo”.
“Nuevo caso de violencia de género” decían mientras me imaginaba el sufrimiento, la carrera de esa mujer calle abajo mientras el que había dormido junto a ella tanto tiempo le disparaba con una escopeta. Será porque estos días se celebra el encuentro de Mujeres por un Mundo Mejor. Será.
¿Pero qué leches es esto? ¿Qué significa exactamente? ¿Qué quiere decir que te mandan a callar? ¿Y  no tienes armas para enfrentar a quién? ¿A quien quieres? ¿Quien quieres te dice que tiene que dominar o será el final de vuestro amor? ¿Eins? Y mientras, tú, sólo quieres amarlo en cuerpo y alma como ayer, y pones tus manitas al aire. Y no te defiendes, y aguantas, y vaya ejemplo.
Yo no sé que significa esto, que a mí, sí, llámenme feminazi, paranoica, obsesa de mi investigación, a mí, me suena a dominación, a imposición, a agresión, a sumisión a violencia. De género, de sexo, de mesa, machista o feminista. Me da igual. Yo lo que veo es a gente como yo, que se enchufa los cascos por la mañana mientras va en el autobús y a la que esta letra la empieza a bombardear a un ritmo muy pegadizo. Porque yo desde luego me la se al completo. Esto es una canción, ¿se me había olvidado comentarlo? La puedo incluso cantar, porque tiene un ritmo de esos super comerciales, con poca calidad, pero de los que se quedan, se te atornillan al cerebro. De manera que nada, lo mismo me veis un día por la calle cantando un “así es la realidad de nuestro amor la lalala la…. No tengo armas para enfrentarte… la lalalalaaaaaaa … yo solo quiero amarte…».
Y mientras, los políticos, los comunicadores, los psicólogos, los estudiosos, la sociedad en general, dedicando recursos para intentar cambiar patrones, conductas, evitar las horribles consecuencias que tienen actitudes resignadas y cobardes como las de la letra de esta canción. A lo mejor yo la interpreto mal, pero yo soy audiencia también.

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