Belén Zurbano Berenguer

En la sociedad del consumo, cualquier objeto-servicio susceptible de ser mercantilizado se presenta ante el conjunto de los ciudadanos/ consumidores, como “un derecho”. Lo constatamos con el famoso anuncio “tienes derecho a Internet” [esto, mientras preparo mi viaje a Senegal frente a la tele que no deja de mostrarme haitianos en qué condiciones, no deja de producirme cierta desazón]. Esta semana en Sevilla se nos ha vendido un cuento parecido: “tienes derecho a copiar”.

Belén Zurbano Berenguer. En los últimos días en la Facultad de Comunicación había más cámaras de la cuenta. Por los pasillos, los canutazos no eran de los alumnos sino A los alumnos. Que nosotros seamos los responsables de totales y cortes es lo normal. Suele ser la prueba evidente de que los estudiantes hacemos nuestro trabajo: cables por los suelos, ojeras de desesperación, tendencia a la manía persecutoria centrada en profesores… nosotros preguntamos. Pero esta semana no. Esta semana, como la Facultad de Comunicación es la más accesible, nuestros docentes los más charlatanes y dispuestos y, al fin y al cabo, el centro peor valorado de toda la Universidad de Sevilla, pues allí que estaban todos los periodistas de la ciudad.

¿La percha de actualidad? El artículo 20 de la normativa reguladora de la evaluación y calificación de exámenes, que ha sido pasto de un montón y más de maledicencias y sobreentendidos. La norma, que implica a ojos de muchos, que los profesores no puedan hacer de su capa un sayo y expulsar injustamente a alumnos que no se encontrasen copiando, ha sido trasladada a los ciudadanos como un “derecho a copiar”, “si te pillan no te echan”.

Efectivamente, la norma ampara el derecho de los estudiantes a continuar el desarrollo de la prueba de evaluación (también llamado examen…): “Sin perjuicio de las actuaciones o resoluciones posteriores que procedan, los estudiantes involucrados en las incidencias podrán completar el examen en su totalidad salvo en el caso de conductas que interfieran con el normal desarrollo del examen por parte de los demás estudiantes, en cuyo caso se procederá a la expulsión de los estudiantes involucrados de la dependencia donde el examen se lleva a cabo”. [Normativa Reguladora de la Evaluación y Calificación de las Asignaturas, aprobada por el consejo de gobierno de la Unliversidad de Sevilla el 29 de septiembre de 2009].

Esto no significa que los estudiantes vayamos a aparecer con el manual de la asignatura a evaluarse, ni que “la Hispalense” (qué les gusta a los medios esta expresión) vaya a repartir los escuetos trozos de papel en que algunos resumen la teoría, prestos al “copieteo”. Nadie dijo que si copiaban aprobarían. Nadie dio carta blanca al fraude. Las normas que pretenden evitar el apriorismo y las decisiones inamovibles del profesorado no deberían ser juzgadas tan a la ligera como flexibles con las prácticas ilícitas como copiar en un examen.

Si de una norma que en principio está creada para no hacer posible la arbitrariedad profesoral (o su error, que también son humanos y confunden un “te espero abajo” con un chivatazo) se hace un juicio tan rápido de laxitud sólo se consigue coerción y normativización férrea. Que en el sentir de muchos no deberían conformarse como valores propios de una institución universitaria.

Los alumnos no debemos copiar, y no debe dejarse que eso ocurra. Menos aún frente a los ojos de los docentes, pero lo  más importante es la reflexión de que los alumnos no deberían querer copiar. Que la Universidad no debería ser una carrera de obstáculos en la que hacer trampas sea uno de tantos caminos para alcanzar una meta de aprobado. La norma no ampara, a mi juicio, que se copie en los exámenes, sino que protege ante posibles vulnerabilidades. La respuesta de cambiar la norma ante la tergiversación de su valor último es lo que debería preocupar.

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