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Estoy cada día más desencantada con la izquierda de este país. Comunistas que visten traje, periódicos que son tan del sistema que cualquiera diría que no persiguen perpetuarlo.

Belén Zurbano Berenguer. Decía un sábado entre sus propias páginas el diario Público, en voz de Antonio Orejudo que “la izquierda se diferencia de la derecha por su resistencia sistemática al poder (…) Ser de izquierdas más que un programa político es una actitud de desconfianza hacia el que manda: pensar contra el Gobierno, sea cual sea su color; analizar críticamente su discurso; obligar en último extremo a que el poderoso ejerza su poder contra nosotros y quede manchado por ello”.

La izquierda siempre ha estado divida, no hay más que ver los “potajes” que se montan en Izquierda Unida, y muchos hemos querido verlo como la consecuencia inexorable del inherente espíritu crítico de quienes son regados por la savia roja. En fin. Cuando parecía que teníamos un medio de izquierdas, como decía ser Público, primero, nos deja con la boca abierta al prescindir de un tipo –que nos caerá mejor o peor, pero que a sincero no le ganan- que venía haciendo lo que se espera de uno cuando escribe en opinión: opinar. Y encima, descubro hace unos días que el bombo que le daban al nuevo formato de programación de las tres de la tarde la Sexta no es más que una evidencia de cómo se han imbricado tanto en la lógica del sistema que siguen los consensuados métodos sinérgicos de los grandes conglomerados.

La tesis es sencilla: los medios son empresas que forman parte de un conjunto de empresas aún mayor (conglomerado) y que intentan, con los esfuerzos de todas ellas revertir en el beneficio (económico) del grupo-corporación. Las empresas periodísticas tienen para esto un cometido clave: el autobombo. Se destacan ciertos aspectos (empresas, personas, lugares) en las informaciones cuando tienen que ver con otra empresa (o cliente potencial, o producto, o filial) del grupo, se dan unas informaciones sí y otras no, se escribe en “Opinión” sobre ello (para crear eso mismo, opinión), o no. Bien, esa es la lógica y es lo que estudian los estructuralistas de campo de la comunicación.

Ahora, nace Público, un periódico muy definido, diferente, con un corte más innovador y crítico, diferente. Pero resulta que se dedica a publicitar el nuevo formato de la Sexta, porque ambos medios pertenecen al grupo Mediapro, revistiendo la información de un halo considerablemente positivo. Y no son los términos, es el todo, juzguen: “Reportajes frente a informativos; buen rollo contra noticias de atentados, tramas de corrupción o guerras. Esta será la apuesta de La Sexta para la sobremesa a partir del próximo lunes. Fiel a su espíritu innovador, La Sexta ha decidido arriesgar y competir diariamente con los telediarios del resto de las cadenas con historias positivas y cotidianas en forma de reportaje».

Pero lo que molesta profundamente es que si son tan innovadores, si reniegan tanto de los “teledramas” en que se han convertido las noticias de las 3 –y de las 8  de la mañana y de las 9 de la noche vaya- ¿cómo es que se dignan a emitir el vídeo aquel en el que un mafioso de la camorra le pega un tiro a un hombre en plena calle? Pero, además, en la versión amplia del video, en el que aun le da tiempo a uno a respirar cuando el hombre está tendido en el suelo y ver como la gente pasa a su lado sin inmutarse, haciendo su vida. ¿Por qué? ¿Cómo se puede ser lo mismo que uno critica?

Que nadie me hable de información y de veracidad de los hechos, que no son menos veraces por no ser explícitos, por no recrearse en la imagen del mal mismo, que esto es cómo las imágenes de las prostitutas del Raval en el diario El País, que bajo el parangón de la denuncia social no veas, en cada enlace que se hace sobre prostitución siguen viéndose los culos a las señoras y la verga de ellos a punto. Como diría mi querida Maru: “fueron muchos los que pusieron en duda la supuesta labor de denuncia social ejercida por el medio al dar a conocer la “incontestable” realidad de la prostitución a través de imágenes sensacionalistas. ¿Denuncia o primicia basada en la apelación al morbo?”

Pues eso digo yo de Público, que mucha izquierda, pero que come del sistema y lo imita y lo legitima, al igual que la Sexta con su aparente estrategia de innovación que no es sino una coartada para rascar cuota de mercado, porque al final, se vale de los mismos métodos rastreros que el resto de los cadenas: la violencia, el morbo y la sordidez.

La columna de Orejudo termina “¿Es posible ser al mismo tiempo poderoso y crítico con el poder? ¿Es posible ser banquero y rojo? ¿Es posible ser presidente del gobierno y progresista? ¿Se puede ser dueño de un periódico de ámbito nacional y al mismo tiempo ser de izquierdas? Yo no sería capaz. Si fuera banquero o presidente, sería conservador. Y si tuviera un periódico, querría tenerlo todo bajo control.”

“…de leña seca su ropaje, petenera su lamento
en carne viva el carruaje que la lleva a sus adentros
la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos.” (Marea)

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