Esto es una que entra en un hospital y al llegar a la ventanilla de admisión le preguntan, ¿ha estado usted en África últimamente? Pues aléjese lo máximo posible y no se apoye en la pared, por favor.

Por avatares del destino me encuentro una temporada fuera de Andalucía. Y por avatares también he tenido que acudir a un centro hospitalario. Al llegar me preguntan antes que el motivo de la visita, si he tenido contacto con gente que haya venido de África o si yo misma he estado. Es una pregunta previa, de control, me advierten. Dudo: estuve en Marruecos, pero hace ya casi dos meses. Y en ese renuncio de segundos me pillan: es una pregunta fácil, ¿ha estado no ha estado usted en África? Irremediablemente me sale que sí, que estuve.

Me piden por favor que me aleje y no me roce con objetos ni paredes y enseguida aparece una enfermera muy amable, con gesto amable que me pide que me ponga una mascarilla y mientras me conduce por un pasillo me va explicando tranquilizadoramente que me están aplicando un protocolo contra el Ébola. Que es normal y que lo hacen con todo el mundo.

Infructuosamente le explico que realmente hace mucho que estuve y que mi molestia no tiene nada que ver con la sintomatología pero insiste. Lo hacen con todo el mundo, es un segundo y seguro que todo va a salir bien. Me empieza a entrar el calor y me quito la chaqueta. Hemos llegado a un despacho médico. No sueltes la chaqueta ni toques nada en la medida de lo posible, por favor. Me entra un poco más de calor aún. Mi dolencia no tiene nada que ver con una infección pero oye, nunca se sabe, lo mismo al final…

Enseguida llega la médica, me hace unas preguntas de control y descarta un posible contagio. Me agradece la cooperación y se marcha. La enfermera se quita su mascarilla y me lleva de vuelta a la salida. Yo respiro aliviada y le doy las gracias por todo. Si supieras que hay gente que se ofende, me confiesa.

Mientras espero a que me atiendan para mi dolencia real reflexiono sobre lo ocurrido. Rápido, cálido, profesional. Un diagnóstico impecable, un trastorno mínimo y con acompañamiento constante. Esta es la gestión que estoy segura quieren hacer (y valga mi experiencia para afirmar que hacen) los profesionales sanitarios. Cuando tienen información, formación y medios.

Las formas de las tres mujeres que me han atendido reafirman mi hipótesis. El grado de preocupación desciende de administrativa a enfermera y por último a la médica. Me inclino a pensar que es una cuestión de información, de quién se siente más segura porque dispone de una de las herramientas más valiosas contra el miedo: el conocimiento. Y ni en los medios ni en la información el Gobierno está dando ejemplos, por más que hayan empezado a reconducir.

En la experiencia democrática que tenemos más valdría que hubiéramos aprendido que la mejor estrategia en una crisis –sea del tipo que sea- es siempre la comunicación, una información constante, transparente y cualificada. Como la que se me ha ofrecido a mí en mi pequeña aventura, a pesar del calor momentáneo que he sufrido de buena mañana.

En resumen: una de protocolo de Ébola para desayunar y de profesionalidad en los servicios públicos. Gracias.