Del latin, ‘ignonimia’: afrenta pública.

De lo que no cabe la menor duda es de que en tiempos de crisis las fauces del patriarcado se nos vuelven a toda la sociedad en su reflejo más fiel. En esta ocasión las palabras del republicano yanqui Todd Akin no dejan lugar a dudas de lo profundo en la caverna que se encuentran algunas mentalidades.

Este congresista que se ha atrevido a hablar de violaciones legítimas y de mecanismos naturales de cierre del cuerpo de la mujer (deberían hacerse experimentos para averiguar si también el cuerpo del hombre puede reaccionar de igual modo) ha puesto sobre la palestra pública el asunto de los derechos sexuales y reproductivos. El ya manido, pero no por ello solventado, asunto de las mujeres.

Tamaño despropósito (hablar de las mujeres como si tuvieran compuertas que activar que convierten agresiones sexuales en actos «legítimos») ha tenido lugar en el contexto del debate republicano sobre la reforma de la ley del aborto. Se plantean sencillamente prohibirlo. Incluso, en caso de violación o incesto. Lo que pretenden estos en su mayoría señores no es solamente legislar sobre las mujeres de un modo restrictivo para su propia existencia y libertad sino que también pretenden hacerlas convivir con el fruto de la barbarie más traumática a la que puedan ser sometidas: una agresión sexual.

Si en España alarmaba el hecho de que un político pudiese mangonear a su buen criterio el alumbramiento de hijos con malformaciones, en el supuesto cerebro del mundo se plantean que las mujeres alumbren a los hijos de quienes no las han respetado como personas, de quienes han abusado de ellas, que traigan al mundo los hijos de quienes probablemente las asaltaron de vuelta a casa forzándolas a un sexo en ningún momento consentido, incluso, si dicha agresión hubiera venido de manos de un pariente.

¿A qué queda relegada la supuesta defensa de la vida pues? A mujeres desgraciadas víctimas de los deseos de unos salvajes (los agresores) y de los designios de otros salvajes, estos con trajes (los políticos), que han de vivir para criar los frutos de su barbarie: los hijos engendrados en una agresión.

Esperemos que la sociedad norteamericana no lo permita. Y que a los republicanos no les dé por exigir también la custodia compartida. Capaces son. Desde la profundidad de la caverna no se atisba la luz de la razón.

Algunas –pocas, de todas las que tengo en conocimiento- recomendaciones sobre este tema de hijos, violaciones e incestos:

Película Les Incendies (tráiler en español: http://www.youtube.com/watch?v=YS7tTQTfGgU&feature=fvsr)

Informe sobre torturas a mujeres en la dictadura de Pinochet: http://elpais.com/diario/2004/11/30/internacional/1101769220_850215.html

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