No conozco en profundidad el tema, ni tampoco me agrada, pero me provoca la que se ha hecho sempiterna reflexión en estos tiempos difíciles.

Una empresa privada, alabada y ensalzada por los tradicionales sectores críticos juveniles, como es Twitter se resiste a eliminar, censurar, mensajes que hacen apología de la anorexia y la bulimia. 

El análisis podría hacerse en clave de libertad de expresión, sin embargo, prefiero mantener, en un intento de holística intelectual, un enfoque más amplio que la diatriba entre la libertad de expresión y la legitimidad moral de los mensajes que la comunicación contenga. Salir de la imposible por reduccionista pugna entre los que defienden que una cosa es decir que se mate a los negros y otra hacerlo y los que defienden que no todo es respetable.

Una vez más esta ‘decisión empresarial en pro de la libertad’ no hace sino confirmar un juego que por cada vez más generalizado se vuelve peligroso. El juego del mercado revestido de la lógica ideológica de la libertad. Porque todavía no hemos sucumbido a no tener que legitimar las decisiones económicas de cierto sustrato político, ideológico. Cada vez más, decisiones capitalistas, pensadas por la economía y para ella se esconden tras los velos de ese marco teórico que pondera en pro de la libertad en vez del de la igualdad.

En el fondo, siempre se ha traducido en una dialéctica en esos términos, balanza hacia la libertad, el individualismo como súmmum, o hacia la igualdad, el bien común en la meta. Sin embargo, desde hace no pocos años la sombra del capitalismo se vuelve ideología sin atrverse del todo a dar la cara, ocultándose bajo valores libertarios que pertenecen a unos sistemas políticos democráticos en los que este ente ni creo ni respeta. Que eliminar estos mensajes podría suponer dar cabida a presiones para retirar otros, que ciertas revoluciones que se han servido de esta plataforma [twitter] podrían verse amenazadas si desde los gobiernos pueden exigirse ciertos recortes en la libertad de expresión de los usuarios. Algo así ha declarado la compañía aferrándose a arcaicos valores ideológicos de libertad e independencia en vez de declarar a voz en alto que su nuevo rey no es la democracia ni sus valores circundantes sino el capitalismo, cuyo credo único son los beneficios y a los cuales no van a renunciar por moralina alguna.

Son tiempos difíciles para decisiones que contradigan lo económico.

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