Más allá de las inevitables (y enervantes) dicotomías en torno a la preferencia de uno u otro partido político mayoritario, las elecciones generales españolas ofrecen suficientes razones para vivirlas con un interés que roza el apasionamiento. Pues, alejados de la lucha fraticida por un escaño en el hemiciclo madrileño, son muchos los grupos políticos de propuestas hilarantes y líderes excéntricos que ofrecen un contrapunto necesario (incluso cómico) a esa atmósfera cerrada y corrupta de la alta política.

Curiosamente, todos esos partidos minoritarios que recaban parte de sus votos de indecisos recalcitrantes y señores que olvidaron sus gafas a la hora de ir al colegio, ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas elecciones, un fenómeno que muestra el hartazgo de una parte de la sociedad ante el bipartidismo y los nacionalismos triunfantes de algunas regiones.

Así pues, echando un vistazo a los resultados, podemos observar cómo el Partido Animalista (PACMA, a tenor de su nombre, quién no diría que está liderado por un perro abandonado o una tortuga maltratada) ha multiplicado por dos su número de votos respecto a las últimas elecciones (de 45000 a 101000), al igual que el SAin (Solidaridad Antigestión Internacionalista) que pasa de unos 3000 a 6000 votos. Incluso los comunistas más fieles a sus principios (P.C.P.E) aumentan votos de forma notoria (de unos 20000 a 26000)

También hay nuevos partidos que consiguen el apoyo de miles de personas con programas políticos un tanto dudosos aunque legítimos, como el Partido Pirata, con la libertad en Internet por bandera, que consigue 25000 votos; el de Escaños en Blanco (EB) que alcanza casi los 100000 votos y que con una democracia real obtendrían incluso un escaño (que claro, permanecería vacío); los ‘otros’ comunistas (paradigma de la tradicional izquierda fragmentada) de la Unificación Comunista de España con 16000; los republicanos (RPS) con 7500; y hasta los HARTOS.ORG con 3800 votos (aunque podrían haber sido más teniendo en cuenta los niveles de tolerancia desbordados de la población española).

Afortunadamente, también se han producido descensos notables en algunos partidos cuya existencia resulta hasta ofensiva; es el caso de esa reminiscencia del pasado llamada Falange española y de las JONS, que pasa de 14000 votos en 2008 a 2900 en las presentes elecciones; o el partido fascista Democracia Nacional, que pierde 10000 votos y se queda con 1800. La nota negativa de esta regresión, por otro lado necesaria, de estos indeseables, es que sus votantes han hecho migrar sus votos a algún otro partido, como por ejemplo, el Partido Popular.

Pero sin dudas la anécdota de estos comicios ha sido el único partido que no ha logrado ni un solo voto. Aunque pueda parecer una broma, la Derecha Navarra Española (DNE) se ha quedado con su casillero a cero, por lo que podemos intuir la escasa capacidad de persuasión de su líder, Nieves Ciprés, quien ni si quiera ha podido convencerse así misma (en realidad se retiraron una semana antes y el Ministerio del Interior no borró al partido de los listados).

Es un hecho que, sumando todos los votos (excepto los del DNE) de los partidos minoritarios españoles, un cambio sería posible en el país, aunque no hubiese muchos diputados en sus escaños, algunos fuesen animales, otros viniesen directamente de la URSS y otros tantos revivirían al propio Franco. Es la otra política, esa que no sale en los telediarios, pero que salva la ‘papeleta’ a muchos hastiados que, ante la escasa oferta de los grandes partidos, deciden meter en el sobre lo más exótico que haya en la mesa. Llegará el día en el que todos los ciudadanos, despojados de nuestro sentido de la responsabilidad, reproduzcan esta acción, y los partidos minoritarios dejarán de serlo para gobernar. Por imagina que no quede.

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