Un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla, ha creado un sistema para monitorizar los monumentos de la ciudad mediante control remoto. En el 2005 colocaron en la escultura de la giralda, el Giraldillo, unos sensores para estudiar las diferentes condiciones meteorológicas. La revista Structural Health Monitorin, cinco años después,  publica los resultados.

 

Sevilla Actualidad/SINC. Mario Solís, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros y autor principal del estudio explica que se trata de un sistema con diferentes variables asociadas a la respuesta mecánica del Giraldillo antes las acciones o condiciones meteorológicas a las que se ve sometida la escultura y que podría usarse igualmente para monitorizar otros monumentos.
La escultura es renacentista y actúa de veleta coronando la Giralda. Fue desmontada para que fuera restaurada durante los años 1999 y 2005. Fue en ese año cuando los investigadores aprovecharon para instalar dichos sensores que han permitido un buen seguimiento hasta el momento.

Los resultados publicados por la revista Structural Health Monitoring  muestran que para que el Giraldillo gire en forma de veleta es preciso una velocidad del viento de unos 10m/h, se orienta un 40% de tiempo y que la temperatura oscila desde los 0ºC llegados a registrar en el exterior y los 48ªC con una sonda interna. El estudio también muestra que el Giraldillo presenta valores normales en cuanto a las frecuencias de vibración y la respuesta mecánica.

Solís destacaba también que el sistema de sensores aporta  información de gran interés a la hora de estudiar el comportamiento y estado de conservación de la escultura. Afirmaba también que no sólo podría aplicarse a detectar daños de estructura en otros monumentos, sino que igualmente, podría utilizarse en maquinaria y en componentes aeroespaciales.

Cómo se controla la escultura

Para determinar las condiciones meteorológicas que rodean al Giraldillo, los científicos pusieron dos sondas de temperatura y humedad, una en el lado exterior y otra en el lado interior. También colocaron una tercera sonda que facilita la cuantificación de la corrosión de las piezas que forman a la escultura.

Los cables que forman los sensores se centran en un terminal por el que sale un cable de unos 40 metros de largo que llega al sistema de adquisición de datos. Esto está situado en el mismo cuerpo del reloj de la Giralda, que es el punto más alto de toda la torre. Desde allí y gracias a la conexión a través de internet se puede enviar información a cualquier centro de control.

Las principales magnitudes que se reflejan son la velocidad y la dirección del viento, el grado de flexión del vástago que aguanta la escultura en la torre y el grado de vibración, mediante seis acelerómetros y cuatro niveles.

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