El estudio, llevado a cabo por investigadores de la UCM teniendo en cuenta los datos de 34 países europeos, ha llegado a la conclusión de que el aumento de las temperaturas en el planeta, unido a otros factores físicos, ha hecho que disminuya el número de días de frío extremo, y que aumenten, por el contrario, los de excesivo calor.

Sevilla Actualidad. Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid ha concluido que las temperaturas extremas del continente europeo se están viendo afectadas significativamente en los últimos años.

Dicha investigación se ha llevado a cabo teniendo en cuenta las series diarias de temperaturas mínimas registradas por 135 estaciones, y las de temperaturas máximas acumuladas por otras 127, a lo largo de 34 países de Europa, incluidas las Islas Británicas e Islandia. De este modo, se han llegado a comparar las temperaturas del período temporal comprendido entre el 1 de enero de 1955 y el 31 de diciembre de 1998.

Gracias a estos datos, los científicos han podido corroborar “un ligero descenso en los eventos de días de frío extremo e incrementos en los eventos de días de calor extremo”, según explica el profesor Emiliano Hernández, colaborador en el estudio. Esta tendencia sucede en el 65,2% de las estaciones de temperaturas mínimas, así como en el 40% de temperaturas máximas.

La causa de que el número de días de frío extremo sea menor que hace medio siglo corresponde “al aumento de la temperatura mínima media de 0,5 a 1ºC a lo largo del periodo de análisis, mientras que para los días de calor extremo, los incrementos son de 0,5º a 2ºC en la temperatura máxima media”, como destaca Hernández.

En este aumento de las temperaturas influyen algunos fenómenos físicos como las islas de calor que se forman en el interior de las ciudades, y la variación de la circulación general de la atmósfera, la cual incide directamente en los momentos de frío y calor extremos.

Los responsables de este estudio han destacado la importancia del aumento de las temperaturas, en especial ante olas de calor como las sufridas en Europa en el verano de 2003, cuando en nuestro país se alcanzaron temperaturas de 50 grados varios días al año, y en otros puntos de clima relativamente suave, como Suiza, llegaron a los 41,5 grados. Consecuencia de ello fueron 30.000 muertes a causa de golpes de calor.

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