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Enrique Figueroa Clemente (Huelva, 1952) es catedrático de Ecología y director de la Oficina de Sostenibilidad de la Universidad de Sevilla. Gran parte de su labor investigadora se ha centrado en el estudio de los ecosistemas costeros del sur de España, comoParque Nacional de Doñana y el paraje natural Marismas del Odiel.

¿Es posible compatibilizar crecimiento económico y medio ambiente?

Sin duda. Pero es necesario hacer mejores estudios sobre los beneficios económicos reales derivados de ciertas actividades y el riesgo ambiental asociado a las mismas. No digo que todo valga en aras del desarrollo económico, pero es necesario conocer todas las variables, llegar a un equilibrio.

Muy próximo al paraje natural Marismas del Odiel, tenemos probablemente un ejemplo de ese ‘todo vale’ : el Polo Químico de Huelva.

Por supuesto. Nadie niega los beneficios económicos para la ciudad, pero el precio medioambiental que se ha pagado y el posible efecto sobre la salud de las personas, son clarísimos. Ha llenado de metales pesados el estuario y las marismas del Odiel. Incluso las plantas tienen niveles de radiactividad medibles. Lo ocurrido en Huelva durante treinta años ha sido una verdadera barbaridad. En 1982 había al menos cien tuberías en los cinco kilómetros que hay entre la ciudad de Huelva y la Punta del Sebo, vertiendo productos derivados de la industria a la ría sin que nadie supiera que se tiraba.

Entre esos productos se encuentran los fosfoyesos…

Sí, se trata de un residuo resultante de la fabricación de abonos.

¿Y qué se hace con esos residuos?

Durante al menos veinte años la empresa (Fertiberia) los tiraba directamente la ría de Huelva, llegando al punto de complicar la navegación. Por esta razón empezaron a tirarlos al mar. Como eso no era aceptable desde un punto de vista ambiental, aproximadamente en 1980 empezaron a depositarlos en unas balsas directamente sobre la marisma del Odiel, y hasta hoy. Actualmente, existen unas 120 millones de toneladas de fosfoyesos depositadas a escasos 500 metros del núcleo urbano de Huelva.

¿Son peligrosos estos residuos?

Para empezar, allí no solo se han vertido fosfoyesos. Podemos encontrar metales pesados, ácidos arsenicales, … . Además, los fosfoyesos son radiactivos. No es una radiactividad muy fuerte, pero si superior a la media del entorno. Y en zonas puntuales encontramos los denominados fosfoyesos negros, mucho más radiactivos. Estamos hablando de niveles de radiactividad que requieren un almacenamiento específico en un depósito de seguridad nuclear. Además generan radón, que es un gas que se libera y se difunde con facilidad.

¿Suponen entonces un riesgo real?

Por supuesto. El gran problema es que nunca se han hecho mediciones sistemáticas en la ciudad de Huelva para poder detectar y controlar los niveles de contaminación. Ni gases, ni partículas, … , nada. Además, una crecida importante del río provocada por fuertes lluvias generaría un problema muy grave. Si ocurriera un tsunami, como los que se han documentado en la zona, tendríamos un problema gravísimo. Si se confirma la subida del nivel del mar para finales de siglo derivada del cambio climático, algo que sorprendentemente nadie valora, también va a ser un problema.

¿Y cuál sería la solución?

Una sentencia obligó a detener la producción hace ahora dos años. Y ahora tenemos el problema de qué hacer con todos esos residuos. La empresa dice que basta con poner 30 centímetros de tierra y sembrar vegetación típica de marisma. Evidentemente, eso es imposible. No es la solución.

¿Entonces?

Sinceramente, no lo sé. Pero debería ser un problema de la empresa que los depositó allí. Hay geólogos que hablan de inyectarlos en el subsuelo de Huelva, algo carísimo y peligroso. Otra solución es confinarlos, pero no como dice la empresa. Habría que hacer una obra civil a prueba de filtraciones. Establecer una monitorización constante de la zona. No basta con poner arcilla y plantas. Y sin duda, los residuos más peligrosos hay que llevárselos de allí. Y es responsabilidad de la empresa que los generó y los depositó ilegalmente.

¿Y la administración no actúa?

El ministerio aceptó el plan para taparlos y plantar vegetación. Lo que ocurre es que a raíz de muchas denuncias, se siguen haciendo estudios que siguen retrasando la actuación sobre la zona. Debería haber una reacción inmediata por parte del gobierno central, que es quien tiene las competencias en este caso. Además, no deja de ser “curioso” que la hasta ahora Ministra de Medio Ambiente – Isabel García Tejerina – actualmente en funciones, haya formado parte de la cúpula directiva de Fertiberia. En cualquier caso, es realmente grave y hay que denunciarlo públicamente, porque las balsas de fosfoyesos de Huelva son el mayor problema medioambiental de España en la actualidad.