Una investigación del Departamento de Genética de la Universidad de Sevilla, en colaboración con otras universidades nacionales e internacionales, ha descubierto que el hongo Phycomyces blakesleeanus puede detectar la luz solar.

Sevilla Actualidad. Una investigación de dos profesores del Departamento de Genética de la Universidad de Sevilla, Luis Corrochano Peláez y Julio Rodríguez Romero, han conseguido identificar un agregado molecular que permite a esta especie de hongos percibir la luz. El trabajo ha sido realizado junto con expertos de la Duke University y de la Universidad de Missouri (EE.UU.), de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) y de la Universidad de Salamanca.

El descubrimiento ya ha traspasado nuestras fronteras, y ha sido divulgado el 28 de abril en la “Proceedings of the National Academy of Sciences USA”, una publicación de gran notoriedad dentro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos. El artículo ha sido reseñado en la portada de la revista.
 
El Departamento de Genética de la Universidad de Sevilla tiene una larga tradición en la exploración básica y aplicada de la Genética de los microorganismos.

Esta familia de hongos se usa para investigar los mecanismos que permiten a los seres vivos relacionarse con el medio ambiente. Se ha descubierto que el Phycomyces recibe estímulos, no solo procedentes de la luz, sino también de la gravedad, el viento y obstáculos cercanos. La presencia de alguno de estos factores interfiere en la velocidad y la dirección de su crecimiento. Al igual que ocurre con las plantas, el Phycomyces crece buscando la luz y en contra de la gravedad.

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Para poner en claro las bases moleculares de la visión en los microorganismos utilizando Phycomyces como modelo se aislaron mutantes ciegos que no fueran capaces de moverse hacia la luz. Los primeros mutantes se descubrieron en el laboratorio del premio Nobel Max Delbrück y se llamaron mad en su honor. Sin embargo, la identidad de los genes alterados en los mutantes mad ha sido desconocida hasta hace poco. En un trabajo previo, los genéticos sevillanos, en colaboración con sus colegas salmantinos y estadounidenses, describieron el gen alterado en uno de los mutantes mad, madA, y describieron su producto, una proteína fotorreceptora que puede unirse al ADN.

En el trabajo que acaba de publicar la revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos se describe el gen alterado en otro de los mutantes mad, madB. El producto del gen madB es una proteína que también puede unirse al ADN y que  interacciona con el producto del gen madA para formar un agregado molecular que es necesario para la visión de este hongo. Los investigadores proponen que este agregado regula la actividad de los genes necesarios para las respuestas de este hongo a la luz, entre las que se encuentra el fototropismo y la activación de la síntesis del pigmento beta-caroteno, un compuesto con capacidad antioxidante. Además, los investigadores han descubierto que el genoma de este hongo tiene varios genes parecidos a madA y madB lo que podría explicar la gran sensibilidad a la luz de este hongo, parecida a la del ojo humano.

 La identificación de la naturaleza molecular de los genes madA y madB servirá para entender en más detalle los mecanismos que regulan las respuestas de los microbios a los cambios en el medio ambiente.

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