La permeabilidad de las fronteras entre el departamento de Velingara y los países limítrofes como Guinea Conakry, Guinea Bissau y Gambia favorecen todo tipo de transacciones.

El fenómeno es viejo como el mundo, pero hasta ahora era algo propio de las grandes ciudades. Sin embargo, en la actualidad se está multiplicando exponencialmente en el pueblo de Velingara, al sur de Senegal. Esto se explicaría por dos motivos: la proximidad con los países limítrofes, gracias a la permeabilidad de las fronteras, y la proliferación de los mercados semanales.

Sevilla Actualidad. La permeabilidad de las fronteras entre el departamento de Velingara y los países limítrofes como Guinea Conakry, Guinea Bissau y Gambia favorecen todo tipo de transacciones, entre las que destaca la venta ilícita de medicamentos de la calle, por ejemplo en los mercados semanales de Diaobé, Manda o Nianao. La población no tiene los medios necesarios para comprar los medicamentos en las farmacias o en los centros de salud. Un ejemplo es Ousmane Bâ: cuando nos los encontramos este miércoles en Diaobé, no le cuesta reconocer que estaba comprando medicamentos de la calle: “los medicamentos que aquí venden están al alcance de mi bolsillo”, reconoce. Después, añade: “Tengo seis hijos que alimentar; si uno de ellos está enfermo y no puedo comprarle medicamentos en la farmacia, mejor esto que nada”, asegura. Lo mismo le sucede a una mujer que piensa que las farmacias o laboratorios están hechos sólo para los ricos.

Hay que decir que la venta de medicamentos ilícitos prospera en los mercados semanales. Al recorrer el mercado de Diaobé, vemos varios individuos con bolsas que contienen todos los tipos de medicamentos existentes, que se pueden comprar por unidad o caja. No vemos fecha de caducidad por ninguna parte, y los enfermos no prestan atención a este detalle: los compran porque los precios son abordables.

Y sin embargo, la gran mayoría de estos vendedores de productos farmacéuticos no tienen conocimiento alguno en materia de salud, según nos cuenta un farmacéutico que ha preferido guardar el anonimato: “Esta gente no sabe nada sobre cómo tratar las enfermedades. Los vendedores tienen farmacias móviles y actúan sin tener ni idea de lo que hacen”. Prosigue, indignado: “He visto a pacientes tomarse pastillas para la tuberculosis cuando lo único de lo que padecían era una simple bronquitis”. El distrito sanitario de Velingara, consciente del peligro que supone tomar estos medicamentos, ha organizado un sistema de farmacovigilancia para controlar que no se vendan ni antipalúdicos ni antibióticos fraudulentos, cuyos efectos secundarios pueden ser catastróficos para los enfermos.

Babacar Ndoye, el médico jefe del distrito sanitario de Velingara, pide a todos sus compañeros de profesión que intenten sensibilizar a la población sobre los peligros vinculados con la utilización de medicamentos de la calle. En cualquier caso, las autoridades estatales son las primeras que deberían tomar las medidas necesarias para erradicar esta plaga que ha logrado abandonar las ciudades para instalarse en los pueblos.

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