En pleno verano, y entre ola de calor y ola de calor, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) acostumbra a calificar ciertas condiciones climatológicas por avisos de colores. Esto no es solo propio de las olas de calor, sino que se puede aplicar a cualquier fenómeno climatológico.

De hecho, la clasificación por colores hacen referencia a «fenómenos meteorológicos adversos», los cuales son definidos por la propia Aemet como «todo evento atmosférico, capaz de producir, directa o indirectamente, daños a las personas o daños materiales de consideración. En sentido menos restringido, también puede considerarse como tal cualquier fenómeno, susceptible de alterar la actividad humana de forma significativa en un ámbito espacial determinado».

Estos fenómenos se dividen en «avisos», que son «la unidad mínima de información definida y emitida de conformidad con este Plan cuando se prevea o se observe que se alcancen o superen los umbrales establecidos en una determinada zona de aviso para los siguientes fenómenos meteorológicos: lluvias, nevadas, vientos, tormentas, temperaturas máximas, temperaturas mínimas, fenómenos costeros, polvo en suspensión…». Estos se ordenan por colores en función de su intensidad.

  • Verde: No existe ningún riesgo meteorológico. No se espera que el tiempo cause impactos significativos, aunque pueden tener un carácter menor o local.
  • Amarillo: No existe riesgo meteorológico para la población en general aunque sí para alguna actividad concreta.
  • Naranja: Existe un riesgo meteorológico importante (fenómenos meteorológicos no habituales y con cierto grado de peligro para las actividades usuales).
  • Rojo: El riesgo meteorológico es extremo (fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto).