Protagonista de El Juego del Calamar / Netflix

A estas alturas casi todo el mundo ha oído hablar de El juego del calamar. La exitosa serie made in Corea que está dando de qué hablar estos días tras su estreno. Pero, ¿Qué tiene esta producción que ha enganchado a millones de personas?

Seong Gi-hun se ahoga en las deudas mientras roba dinero a su madre para apostar en carreras de caballos. Sin embargo, un día, en el andén del metro se topa con un hombre trajeado que le invita a jugar a un sencillo juego a cambio de una suma importante de dinero. ¿El precio de perder? un bofetón. Él acepta y, tras salir victorioso, es invitado a participar en un juego mayor, donde la recompensa es también mayor.

Así es como el protagonista se adentra en un juego en el que compartirá espacio con 455 personas más, todas ellas cargadas de deudas, por una recompensa de 45.600 millones de wones (unos 32 millones de euros). Lo que no saben es que lo único que están poniendo en juego son sus vidas.

Así es como empieza El juego del calamar, la exitosa producción de Netflix que, según Ted Sarandos, codirector ejecutivo de la plataforma, podría llegar a ser la serie original de Netflix más vista de la historia. Llegaría a superar incluso a superproducciones de habla no inglesa de la compañía, como La casa de papel o Lupin. «Es muy probable que sea nuestro programa más exitoso de todos los tiempos, es enormemente popular», dijo Sarandos.

Una crítica a la sociedad disfrazada de juego infantil

Juegos macabros enmascarados con formas y colores infantiles en los que, si pierdes, mueres. Todo en aras de conseguir un premio millonario con el que saldar las deudas, también millonarias, que posee cada jugador.

De esta forma, el creador de la serie, Hwang Dong -hyuk, ha querido hacer una crítica a la sociedad capitalista. Él mismo recuerda que en 2008 se le ocurrió esta idea al estar pasando por una situación económica precaria. Leyendo cómics japoneses se planteó cómo actuaría él ante una competencia mortal.

Y no era un concepto totalmente descabellado, pues la realidad es Corea del Sur tiene 52 millones de habitantes en una extensión bastante reducida. Además, se encuentran aislados por frontera con Corea del Norte y un clima económico competitivo.

El endeudamiento de las familias llega al extremo, siendo el sexto país del mundo con más suicidios. «La gente se siente atraída por la ironía de que los adultos sin esperanza arriesgan su vida para ganar un juego de niños» menciona Hwang Dong -hyuk, enfrentando la realidad surcoreana con el macabro juego de su serie.

Juego ‘Luz Verde, Luz Roja’ / Netflix

Asimismo, los expertos han señalado que uno de los detalles más destacados de la serie es la variedad de personas. La mayoría son miembros marginados de la sociedad, aunque también hacen presencia personas con alto poder adquisitivo que se han visto en la más absoluta de las ruinas.

Crítica al doblaje

Son muchos los usuarios de la plataforma que se han quejado de la traducción de la serie. Aseguran que tanto el doblaje al castellano como al inglés desvirtúa, en muchas ocasiones, el sentido de algunas frases de la serie.

El problema reside, en el caso de la traducción al español, en que esta se ha hecho directamente de la versión en inglés, no del coreano. De esta forma, la posible traducción errónea en inglés podría también pasar a la versión española.

La influencer Youngme Mayer asegura este asunto está estrechamente relacionado con lo mal pagados que están los traductores y el enorme volumen de trabajo que tienen. Esto provoca que cometan más fallos a la hora de traducir y se den frases o palabras erróneas, perdiendo además matices de los personajes.

Sea como sea, El Juego del Calamar está siendo un éxito rotundo en los más de 90 países en los que tiene presencia Netflix. Ahora se baraja una segunda entrega de la producción que, de ser finalmente aprobada, tardaría aún mucho tiempo en llegar.

El creador declaró a Variety que «no tengo planes bien desarrollados para El Juego del Calamar 2. Es bastante cansado sólo pensar en ello. Pero si lo hiciera, no lo haría solo. Me plantearía utilizar una sala de guionistas y querría contar con varios directores experimentados».

Periodista. Comunicando y aprendiendo de todo a mi alrededor. Involucrada en el periodismo social.