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La supervivencia de los pacientes trasplantados de órganos que desarrollaron COVID-19 ha sido mayor en la segunda ola de la pandemia en comparación con la primera. Así se concluye de un estudio liderado por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y en el que ha  participado la Red de Donación y Trasplante española.  

La Red ha trabajado intensamente para mantener la actividad y velar por los  pacientes en lista de espera durante la pandemia. Además, se ha volcado en generar evidencia sobre el impacto de la infección causada por SARS-CoV-2 en los pacientes trasplantados. 

El estudio ha contado con la asesoría del Grupo de Estudio de Infección en el Trasplante y el Huésped Inmunocomprometido (GESITRA-IC). Sus resultados se acaban de publicar en la reputada revista científica Transplantation

Estos analizan la repercusión de la COVID-19 en 1634 pacientes trasplantados de órganos que desarrollaron la enfermedad a lo largo del pasado año. Además, compara la evolución de 690 casos diagnosticados durante la primera ola de la pandemia con respecto a 944 durante la segunda.

Un impacto menor de lo que se creía

Los resultados muestran que la infección no impacta de forma tan importante en los pacientes trasplantados como se creía en un primer momento. Así, la mortalidad en pacientes trasplantados que desarrollan la COVID-19 durante la primera ola (26%), se redujo a un 17% durante la segunda. Esto refleja que el 83% de estos pacientes superan la enfermedad. 

«La tasa que se ha registrado en el segundo periodo es más real que la que inicialmente se describió en este colectivo. Una gran noticia para los pacientes trasplantados”», afirma Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la ONT. En este análisis también se aprecia la reducción de la necesidad de ingreso hospitalario (de 87% a 58%) y el desarrollo del síndrome de distrés respiratorio agudo (de 34% a 21%). 

«La reducción en la letalidad está motivada en gran medida por la mayor capacidad del sistema sanitario para diagnosticar casos asintomáticos o con sintomatología leve en el segundo periodo, que no detectábamos en marzo o abril», añade Mario Fernández-Ruiz, presidente de GESITRA-IC y coautor del estudio. Así, para evaluar si la mortalidad realmente había disminuido a lo largo del tiempo, se compararon casos con un nivel de gravedad similar en las dos olas. 

De este modo, no se observaron diferencias en mortalidad entre las dos olas cuando el análisis se efectuó específicamente en los pacientes que requirieron ingreso hospitalario. También fue similar en ambos periodos cuando el análisis se limitó a los pacientes que ingresaron en UCI.  

Mortalidad según perfil demográfico

Con respecto a la población general, la mayor mortalidad de la COVID-19 en pacientes trasplantados se debe en gran medida al perfil demográfico de estos pacientes. De hecho, la letalidad de la COVID-19 en los pacientes trasplantados que desarrollaron la enfermedad durante todo 2020 se reduce a un 12% cuando se ajusta por edad y sexo de la población general.

Los autores también han podido identificar algunos factores que influyen en una evolución desfavorable de la infección. Es mayor en los receptores de un trasplante pulmonar que en los de otro tipo de injertos. Como en la población general, la edad del paciente también es muy relevante.

Los mayores de 60 años evolucionan peor

Así, los trasplantados mayores de 60 años en el momento de la infección tienen una peor evolución. Por último, la tercera circunstancia que determina la afectación de la COVID-19 en los pacientes trasplantados es el carácter nosocomial de la infección. Por ello, su situación se agrava si el contagio se produce en un centro hospitalario.

Este amplio análisis también describe los cambios que se han producido en el manejo de la infección en estos pacientes. El uso de fármacos con supuesto efecto antiviral se ha abandonado casi por completo, ya que no han demostrado eficacia en los ensayos clínicos-

Ha sido menos frecuente, por otra parte, el ajuste de fármacos inmunodepresores en la segunda que en la primera ola. El uso de corticoides sí ha demostrado eficacia en pacientes que requieren oxigenoterapia o ventilación mecánica invasiva. Así, se ha utilizado en más del 40% de los casos diagnosticados en las dos olas.