La agencia espacial norteamericana ha confirmado la presencia de agua en el satélite tras un estudio derivado de una toma de fotografías hace dos años.

Este experimento tenía lugar 31 de agosto de 2018, cuando un Boeing 747 abría una gran compuerta situada junto a su cola en pleno vuelo a unos 13.000 metros de altura. A esa distancia de la superficie es posible ya observar el espacio con una claridad imposible para telescopios terrestres debido a las perturbaciones de la atmósfera.

Ahora, el telescopio de la NASA montado a bordo del Boeing 747 ha captado luz infrarroja en una longitud de onda que solo puede emitir el agua. No hay ningún otro material en la Luna que pudiera dar esa misma señal, explican los responsables del trabajo, que se publica hoy en Nature Astronomy.

Tras más de dos años de análisis, las observaciones tomadas aquel día se publican hoy y confirman de forma inequívoca que hay agua en la Luna. Otro estudio muestra que el agua puede acumularse en unos 40.000 kilómetros cuadrados del satélite. Ambos trabajos resaltan la importancia de estos hallazgos para las futuras misiones tripuladas al satélite, que están programadas para el año 2024 con la misión Artemisa, que supondrá la llegada de la primera mujer a la superficie lunar.

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