Investigadores de la Universidad de Barcelona afirman haber detectado el SARS-CoV-2 en aguas residuales recolectadas en la ciudad condal nueve meses antes de que se notificara el primer brote. / SA

Investigadores de la Universidad de Barcelona afirman haber detectado el SARS-CoV-2 en aguas residuales recolectadas en la ciudad condal nueve meses antes de que se notificara el primer brote.

En un inesperado giro de acontecimientos, investigadores de la Universidad de Barcelona dicen haber detectado el SARS-CoV-2 en una muestra de aguas residuales de Barcelona de hace más de un año, de marzo de 2019.

El artículo que explica el hallazgo está publicado en un repositorio, pero aún no ha sido revisado por otros científicos. Expertos independientes creen necesario esperar a la confirmación por otros laboratorios. En todo caso, para los autores, que el coronavirus estuviera en Barcelona hace un año no cambia la historia de la actual pandemia: “Una cosa es el origen del virus y otra la de la pandemia, que sabemos sin duda que empezó en China a finales del pasado año”, dice a SINC Rosa Pintó, coautora del trabajo.

Junto a ella firma la investigación Albert Bosch, presidente de la Sociedad Española de Virología, y otros investigadores del Grupo de Virus Entéricos de la UB, con experiencia y prestigio en el área. Su trabajo se enmarca en un proyecto de vigilancia centinela del SARS-CoV-2 en colaboración con Aguas de Barcelona, para detectar el virus en aguas residuales y hacer posible una rápida toma de medidas ante futuras oleadas de COVID-19.

El pasado 13 de abril los investigadores empezaron a analizar semanalmente muestras de dos plantas de tratamiento de aguas residuales de la ciudad. Pero también han estudiado muestras congeladas de meses anteriores, un análisis que reveló que ya el 15 de enero se detectaba la presencia del virus, 41 días antes de la declaración del primer caso de COVID-19, que se notificó el 25 de febrero.

Una sorpresa congelada

Ante esos resultados, los investigadores decidieron retroceder aún más, analizando algunas muestras congeladas entre enero de 2018 y diciembre de 2019. Ahí llegó la sorpresa: una muestra de marzo de 2019, mucho antes de la notificación de cualquier caso de COVID-19 en todo el mundo, tenía restos del coronavirus.

“Todas las muestras resultaron negativas para la presencia de genomas de SARS-CoV-2 a excepción de la del 12 de marzo de 2019, en la que los niveles de SARS-CoV-2 eran muy bajos pero que dieron claramente positivo por PCR y, además, empleando dos dianas distintas”, explica Albert Bosch en una nota de prensa de la Universidad de Barcelona.

El resultado ha causado revuelo por bastantes razones. Los autores temían una de ellas: la interpretación de que la actual pandemia comenzó en Barcelona, dado que esta sería la detección del SARS-CoV-2 más antiguo en todo el planeta. “Esto sabemos que no es así”, afirma contundente Pintó a SINC. “La epidemiología nos dice que la pandemia empezó en Wuhan, otra cosa es el origen del virus. Eso no lo conocemos”.

Ella apuesta por un escenario en el que el coronavirus lleva como mínimo desde marzo de 2019 circulando por el planeta, no detectado. El salto del murciélago a humano, con o sin hospedador intermedio, puede haberse producido en cualquier lugar con las condiciones adecuadas.

Pero, en efecto, “la pregunta del millón es por qué no se declaró antes una epidemia”, se pregunta Pintó. “No lo sabemos. Pero sí vemos que no todos los infectados contagian igual, sabemos que hay supercontagiadores, quizás tuvieron que coincidir varios” para que la chispa prendiera, afirma.

Ella está convencida de que ahora, tras su resultado, otros en todo el mundo detectarán el coronavirus en muestras de 2019, en especial en ciudades que, como Barcelona, son nodos internacionales de comunicación. “Y no solo en muestras de aguas residuales, sino en muestras antiguas de pacientes”, afirma. En su opinión, incluso los casos más graves de COVID 19 pasaron inadvertidos porque no se sabía de la existencia del nuevo patógeno.

Evitar la asociación con Barcelona

Pintó admite a SINC que para evitar la asociación entre Barcelona y primera detección de SARS-CoV-2 decidieron no dar demasiada relevancia en su artículo a la muestra de marzo de 2019, comentándolo solo al final. Y, en efecto, el artículo lleva colgado en el repositorio Medrxiv desde el 13 de junio, pero ha captado la atención de medios y experto solo hoy, cuando la nota de prensa de la universidad lleva al titular el hallazgo de marzo.

Pintó admite a SINC que para evitar la asociación entre Barcelona y primera detección de SARS-CoV-2 decidieron no dar demasiada relevancia en su artículo a la muestra de marzo de 2019, comentándolo solo al final

El artículo pone el énfasis, en cambio, en la utilidad de vigilar las aguas residuales. Las primeras muestras de coronavirus que sí pertenecerían a infectados en la actual pandemia serían presumiblemente las de enero. Bosch afirma en la nota de prensa que, por tanto, el análisis de aguas residuales en Barcelona “podría haber detectado la difusión del SARS-CoV-2 con un mes de anticipación, y habría permitido una mejor respuesta a la pandemia”.

Otros expertos consultados por SINC no ponen en duda esa conclusión. María Iglesias, investigadora del Laboratorio de Virus Respiratorios del Centro Nacional de Microbiología (CNM), una referencia para el análisis de muestras de SARS-CoV 2 en el Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, confirma que ellos tienen evidencias de que “la introducción en España pudo ser desde finales de enero hasta mediados de febrero”.

Coincide con ella Fernando González Candelas, de la Universitat de València y del FISABIO, que también analiza genomas del coronavirus.

Opinan expertos independientes

Pero el dato de marzo sorprende mucho a ambos, que resaltan, no obstante, la solidez del grupo de Barcelona. “No es tan raro que un virus circule antes de que nos demos cuenta”, dice Iglesias, “lo que pasa es que esto es mucho tiempo antes”.

Para González-Candelas el resultado “se sale tanto de todos los demás datos”, que no puede evitar pensar en una contaminación. Lo toma con cautela y cree necesario esperar a que otros laboratorios repliquen el trabajo.

La PCR es una técnica tan sensible que el riesgo de amplificar material genético que ha contaminado la muestra es altísimo”, afirma.

Recuerda que los laboratorios que buscan ADN en fósiles de hace cientos de miles de años dividen la muestra para asegurarse de que análisis en laboratorios en ciudades distintas sea coincidente.

González Candelas también se extraña de que, en las muestras de 2019, el coronavirus solo aparezca en la de marzo. Hay un vacío en el registro desde ese mes hasta septiembre —no había muestras ese periodo—, pero el último cuatrimestre del año sí hubo muestras, limpias de virus.

Sin embargo, Pintó dice a SINC que están “completamente seguros del resultado. Si no, no lo hubiéramos publicado”. Han detectado el material genético del coronavirus con dos sondas distintas —dirigidas a dos partes del genoma del virus—, lo que —asegura— confiere solidez al trabajo. También han tomado múltiples precauciones para evitar la contaminación.

La ausencia del virus en otoño de 2019 puede querer decir que, simplemente, el virus no estaba establecido en Barcelona, pudieron traerlo viajeros de paso: “La depuradora de la muestra de marzo está cerca del aeropuerto”, afirma Pintó.

Lo que no será posible es replicar el resultado en otros laboratorios, porque ya no queda nada de la muestra de marzo. El tratamiento para el análisis implica concentrar la muestra enormemente, de forma que al final quedan microlitros: los investigadores la usaron toda.

Y tampoco es posible en las muestras de aguas residuales hacer una secuenciación completa del coronavirus, lo que permitiría comparar la secuencia del virus en marzo del 2019 con los que circulan en la actual pandemia.

Mónica G. Salomone, SINC.