Varios tintos hasta la boca, alguna que otra caña a medio terminar y tres tostás sin huntar descansan solas sobre el mostrador. El silencio de la tasca solo se ve roto por las sevillanas de los Amigos de Gines que suenan en el transistor. ¿Dónde está la gente?, ¿Dónde caraho va a estar? Fumando en la calle y montando allí la tertulia al estilo de aquellas que se montaban antiguamente en las puertas de maternidá, pero con la excepción de que ahora no se pregunta aquello de… ¿qué trae tu muhé?

Moe de Triana. Zapatero, con esto de seguir prohibiendo, ha dado un pasito más, y ahora ha quitado el tabaco de los bares, las zonas públicas y las puertas de los colegios. Cualquier día es capaz de hacerlo hasta de los estancos. Menos mal que de los porritos no le ha dao por decir , pero el día menos pensado veremos a vé, que la vamos a tener y gorda.

Es un tema controvertido el de prohibir. Yo personalmente creo que a la larga nunca resulta beneficioso hacerlo, porque se convierte en una espiral que siempre acaba afectándonos a todos. Eso sí, ya puestos, que presente una enmienda para prohibirle a mi vecina de arriba andar a las tantas con tacones, o para prohibirle a mi suegra y a mis cuñás que vengan los domingos a casa a merendar y arrasen con toda la bollería y la botella de Calisay. Ya que estamos, vamos a prohibir por derecho.

Lo mejor de esto de eliminar el tabaco de los lugares públicos es que los locales que en su día tuvieron que ser reformados para ofrecer zonas a fumadores y no fumadores se tienen que comer con papas las modificaciones en su local, cosa que tiene su guasa porque esas obras costaron un piquito y ya como que no hay marcha atrás.

Bueno, y a todo esto, voy a apagar la freidora a vé si se van a creer que me estoy fumando un cohiba en la cocina…

Ya saben, la servesita aquí, pero el cigarrito fuera.

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