Vaya nochecitas de anuncios que nos han dado las emisoras y sus súper producciones. Impresionante. En su lucha por las audiencias, han hecho coincidir en esta misma semana sus series estrella de la temporada.

Moe de Triana. La cadena amiga, en su afán de ser sensacionalista como la que más, ha optado por tocar los Borbones y traernos a la pequeña pantalla una etapa reciente de nuestra realeza. Por otro lado, antenatré se ha remontado a un tiempo en el que no había ni pequeñas pantallas, ni sofales de eskay ni nada por el estilo, puesto que ha querido llevarnos a conocer la época del Imperio romano en la península ibérica.

Durante esta batalla de contraprogramaciones, la primera de las series nos ha narrado como nació y fue creciendo la relación que se iniciara hace unos años entre la presentadora de telediarios de la primera cadena y nuestro Príncipe de Asturias, mientras que la segunda, de manera muy ilustrativa, cuenta la lucha de los rebeldes hispanos, que dirigidos por Viriato, se enfrentaron a los romanos encabezados por el pretor Galba en el siglo II antes de Cristo (toma ya).

Yo qué queréis que os diga. Series con finales tan predecibles y conocidos me hacen perder el interés y el entusiasmo por seguirlas. No me aportan nada nuevo, porque sé a la perfección que al final la Leti y Felipito se acaban casando, y que a Viriato le terminaron poniendo una calle al lao de la Calleanchalaferia.

Sin lugar a dudas, es normal que cada vez vayan quedando menos historias cotidianas de las que tirar para crear teleseries, puesto que llevamos años observando cómo se desarrolla la vida dentro de una farmacia o de un estanco, de una comisaría, de un hostal, de un bar, y así podríamos seguir con un larguísimo etcétera. Incluso yendo más lejos, se rumorea que una vez quisieron hacer una serie inspirada en el Congreso de los diputados, pero resultó que los actores estaban tan metidos en el papel, que al cuarto de hora de estar rodando se llevaron las cámaras, los micrófonos y hasta la claqueta, por lo que no pudieron grabarse ni los créditos de inicio.

Y… antes de enredarme más, y ya para terminar retomando el hilo con el que comencé la columna, diré que después de haber ojeado algo de las dos series, he disfrutado mucho más viendo Hispania, porque me ha recordado a los romanos con los que verdaderamente tengo que entregar la cuchara, los del paso de la Bofetá.

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