Qué quieren que les diga. No me gustan ‘Los días de…’. Me parecen el momento de congraciarse con aquello que no hacemos el resto del año.
Esta semana se ha celebrado el día mundial contra el cáncer, esa enfermedad… Los muros de facebook se han llenado de mensajes, de lazos recordando la celebración, de personas dando ánimos a los que luchan contra ella. Mañana todo habrá pasado, salvo la enfermedad, salvo el tumor que se abre paso arrasándolo todo.
Pero el cáncer también es una forma de entender la vida, de vivirla más intensamente. Nacemos con las cartas marcadas pero nadie nos enseña la jugada. A pesar de saber que hemos de morir para que la vida encuentre su sentido, vivimos sin plena conciencia de que la muerte acecha. El día que nace la enfermedad y aparece la palabra, parece que todo eso se revela y de pronto, sin saber cuándo, sabemos que morimos.
Aprender a valorar lo que nos rodea es una de las consecuencias de saber que estamos de paso. Se respira más intensamente, se vive más intensamente y también se quiere de una forma más intensa. Si los enfermos de cáncer no se sumen en una profunda depresión, siempre son un ejemplo de lucha, de actitud ante la vida. Luchan diariamente contra un enemigo al que sólo pueden vencer pequeñas batallas diarias que se recompensan entre abrazos e infinito cariño.
No vale lamentarse sino estar presto a la batalla. Para familiares y enfermos, todos lo días son el día mundial contra el cáncer.
Pero sobre todo, valga esta columna para expresar todo mi cariño, agradecimiento y admiración, a los voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer, siempre dispuestos al apoyo constante. Para ellos no hay ‘días de…’ cuando de conseguir vencer pequeñas batallas. Y mi apoyo a enfermos y familiares, “la única lucha que se pierde es la que se abandona”.