Ya sé que probablemente no vaya a descubrirles nada cinematográficamente hablando. Pero hay una película de Clint Eastwood, ‘Million dollar baby’, en la que un viejo manager pugilístico decide entrenar a una mujer para el boxeo, papel que realiza Hillary Swank. En ella, la voz en off realiza algunas reflexiones a lo largo de la película. Una de ellas dice que para conseguir a un buen boxeador, hay que agotarlo hasta que se olvide de todo.

Creo que esa reflexión a través del boxeo establece una hermosa metáfora sobre la vida y especialmente, a veces, sobre el amor. Las personas nos ilusionamos a lo largo de nuestra existencia con proyectos u otras personas que comparten con nosotros parte del viaje. Puede que un flechazo sea el principio, pero nos enamoramos más a medida que pasan los días, los meses, los años. Todo amor constituye un proceso de entrega, pero es ese proceso cuando olvidamos el consejo que Eastwood se encarga de intentar recordarnos. La primera norma: protegernos en todo momento.

Porque entregarnos conlleva el riesgo de amar sin medida y bajar nuestra guardia. Igual que en el boxeo te entrenan, el amor te enamora hasta que poco a poco te olvidas de ti mismo; y entonces te golpean hasta derribarte.

Afortunadamente, después de una cuenta hasta diez en la que no consigues salir del K.O. despiertas en una UCI cualquiera en la que un nuevo sol amanece en la ventana, pero ya expulsado del cuadrilátero.

Puede que ese acto de entrega hasta olvidarse de uno mismo sea una locura, pero sé que algunos volveremos a amar a tumba abierta y a olvidarnos de la norma, protegernos en todo momento. Lo contrario no tendría sentido.

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Nace en Cádiz en 1981 y estudia Filología Hispánica entre la UCA y la UNED. Actualmente dirige los talleres de Escritura Creativa de El fontanero del Mar Ediciones. Organizador del festival poético...