No le quiero robar mucho tiempo porque seguro que tiene muchísimas cosas que hacer en su dura vida de gobernante, pero tan sólo le quiero hacer un brevísimo apunte sobre sus nueve meses en el poder.

Primero me presentaré: le habla uno de tantos y tantos jóvenes españoles que, cada día, piensa que le va a ser mucho más difícil encontrar un trabajo y labrarse un futuro profesional dentro de nuestras fronteras. Como yo hay miles, cientos de miles de estudiantes en la misma situación, aunque usted no los oiga, aunque usted no sepa que existan.

No miento si digo que usted es un embustero, si por embustero entendemos que no ha cumplido ni una sóla de las promesas electorales que hizo allá por noviembre de pasado año, demostrando que lo único que quería era gobernar a toda costa, sin importarle las carencias, las dificultades y las necesidades de los ciudadanos que le dieron una inmerecida mayoría absoluta en la que ahora chapotea haciendo y deshaciendo a su antojo.

Permítame decirle Sr. Rajoy, que al menos para mí, usted no es el Presidente de España. En absoluto. Sinceramente creo que no es más que un títere en manos de Merkel y los bancos a los que ha dejado que nos echen la mano al cuello a las primeras de cambio con sus exigencias de ajustes y recortes que usted mismo ha ejecutado con mano dura donde más nos duele, condenando a muerte al Desarrollo, la Sanidad y la Educación de este país.

Por si esto fuera poco «apretarse el cinturón», nos aplica la mayor subida de IVA de todos los tiempos, dejando heridos de muerte a los bolsillos de muchas familias que, como le dije antes, también existen a pesar de que no las oiga. Familias españolas desahuciadas a las que hace meses que no llega un sueldo y que tienen que sobrevivir tirando de amigos y familiares cercanos o rebuscando en contenedores al cierre de los supermecados.

Ante todo este carrusel de abusos, su discurso siempre ha sido muy claro: «Tenemos que remar todos juntos en la misma dirección», o sea, «callarnos la boca» para evitar males mayores ante una disconformidad generalizada en el pueblo que haga que se pierdan los papeles forzando una situación incómoda para su Gobierno. No es tiempo para nada más que para imponer austeridad cerrando conciencias e invitándonos a la sumisión, pero claro, cuando quien pide esos esfuerzos no predica con el ejemplo, se corre el riesgo de que el pueblo se rebele al darse cuenta de que todo esto no está siendo más que un pitorreo.

Creo que no soy el único al que le parece una burla hacia todos nosotros que usted se vaya gastando mil euros en una cena, y que consienta que haya diputados que cobren dietas fraudulentas o que se vayan más de 100.000€ en reparación y sustitución de iPads en el Congreso (entre otras muchísimas cosas) mientras pide una solidaridad que tristemente sólo practica de cara a la galería.

Durante estos días, muchos españoles se están echando a la calle para hacerse oír, para intentar que desde su Gobierno dejen de hacerse los ciegos y sean capaces de ver cuál es la verdadera situación del país: personas sin trabajo, jóvenes sin poder costearse estudios o tratamientos médicos, familias embargadas por el banco, ancianos a los que ya no les queda nada.

Sr. Rajoy, para despedirme tan sólo le diré que me parece haber encontrado la solución al actual problema de España: usted no tiene ni puta idea, ni de lo que es sufrir una crisis ni de lo que está pasando en la calle.

Un saludo.

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