No lo puedo remediar, soy muy visceral y a veces el hecho de leer algunos periódicos u oír noticias en algunos informativos de televisión me pone francamente enfermo. Los medios lo manipulan todo de manera intencionada para levantar cortinas de humo que nos impiden ver qué sucede alrededor de los asuntos que realmente nos importan e interesan. Por esto será que me resulta vomitivo ver cómo a Kim Schmitz -fundador de Megaupload-, se le trata como al delincuente más peligroso de todos los tiempos, un poderoso y malévolo criminal que tiene a Dios cogido por los huevos y que mueve los hilos de la red a su antojo.
La verdad es que cansa ver cómo se viene demonizando de tal manera a alguien cuyo único delito ha sido el de crear una web que permitiera a la gente compartir archivos online de manera gratuita, mientras siguen quedando indemnes ante los medios todos esos banqueros que están ganando dinero con la crisis y se descojonan de todo en nuestra propia cara mientras se enriquecen aún más si cabe con nuestros ahorros, o los empresarios que nos mangonean con contratos basura y sueldos de chiste que a veces parecen limosnas y que no compensan en absoluto las horas trabajadas.
Siguiendo en esta línea, tampoco se trata en los medios con la misma dureza a los alcaldes, concejales y presidentes de nuestras comunidades autónomas que no hacen más que tirar dinero engordando presupuestos, especulando sobre terrenos o construyendo aeropuertos para darle trabajo a las empresas de sus cuatro amigotes, ni a los delincuentes que quieren enterrar la memoria histórica para tapar tantísimas injusticias cometidas durante el franquismo, ni tampoco al Nobel de la Paz que se autoproclama cazador de dictadores siempre y cuando pueda sacar tajada de ello.
Cuando corren malos vientos, las cazas de brujas se ponen a la orden del día, y en todo lo que está acaeciendo últimamente tenemos la prueba. Cebarse con quienes menos lo merecen se ha convertido en un nuevo deporte rey a nivel global y de ello tienen buena parte de culpa los medios que no dudan un segundo en posicionarse -como siempre suelen hacer- junto al sol que más calienta, con dos cojones.