Ya existe un chollo mayor que apellidarse Borbón; apellidarse Urdangarín, para así vivir a costa de la Familia Real y de todos los españoles apoderándose de fondos públicos, con dos cojones.

Aunque en estos tiempos ya todo me parece normal. Hasta me parece normal que el vencedor de estos pasados comicios electorales -Mariano Rajoy- guarde riguroso silencio mientras se reúne con los banqueros, los sindicatos y la patronal; los que de verdad están pasándolo mal por culpa de la crisis y con los que estará tramando cómo seguir jodiéndonos durante -al menos- cuatro años más, tomando medidas impopulares e intentando salvarnos el culo ante la impasible Merkel.

Pero aunque no lo crean, España ya ha cambiado a mejor a pesar de que aún no haya tomado posesión don Mariano, y si no es así díganme por qué la COPE y algunos medios escritos han dejado de repente de hablar de primas de riesgo y de la deuda española. ¿Piensan acaso que ahora no les interesa hablar sobre esos temas? Pues menudos malpensados estáis hechos, eso no es así, estoy convencido de que si no lo hacen es porque España ya ha conseguido retomar el rumbo hacia la prosperidad y en breve nos recuperaremos de esta recesión que nos tiene con el agua al cuello. Mientras todo esto sucede, desligado de todo lo referente a la vida política, Zapatero abandona la Moncloa y se retira a disfrutar de su paga vitalicia rodeado de los suyos en un chalet de lujo. Ése debe ser el estado de bienestar del que tanto nos hablaba, y hemos de alegrarnos al ver que por lo menos un español ha logrado alcanzarlo, celebrémoslo.

Al hilo de esto mismo quiero aprovechar para comentar otra de las cosas que más me vienen mosqueando últimamente, que se persiga el optimismo; que moleste el buen humor; que me pregunten por qué coño me lo tomo todo a risa, como si yo no lo estuviera pasando mal, como si no tuviera que aceptar trabajos de mierda para costearme mis vicios y pagar mis facturas de móvil. Así de gilipollas es la gente que vive amargada, capaces de señalar con el dedo a todo aquel al que vean divirtiéndose o tomándose la vida con naturalidad, quizás porque no son capaces de hacerlo.

La cosa está mal. ¿Qué digo mal? Está peor, pero ésta es la España con la que nos ha tocado bregar, mitad casa de locos, mitad casa de putas.

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