eduardo parody 200416

La cultura es ese sector en el que ya todo el mundo tiene asumido que se trata de una actividad a la que alguien de nivel medio no puede dedicarse profesionalmente.

El tiempo invertido y el esfuerzo del artista no se valoran, no es considerado trabajo, y por tanto la remuneración, si la hay, resulta mínima. Así, se ha convertido en habitual la siguiente conversación:

—¿A qué te dedicas?

—¿Yo? Soy músico (o pintor, o escritor, o cantante…)

—Bueno, pero me refiero a qué te dedicas de verdad, ¿cuál es tu trabajo?

El periodismo corre el riesgo de llevar la misma suerte, de convertirse en una profesión de la que sólo unos poquísimos individuos podrán vivir, sostenidos por un ejército de voluntarios de otros sectores profesionales que cederán parte de su tiempo de ocio de manera altruista a producir información, escribir reportajes y noticias y realizar fotografías con las que se surtirán los principales medios de comunicación. Y así, nos habituaremos a esta otra situación:

—¿A qué te dedicas?

—¿Yo? Soy periodista.

—Bueno, pero me refiero a qué te dedicas de verdad, ¿cuál es tu trabajo?

Estamos en un mundo en el que un abogado medio, un médico medio, un biólogo medio, un empresario medio, incluso un agricultor medio, y así en un largo etcétera de profesiones, puede dedicarse a su labor y recibir una contraprestación económica que le permita vivir, pero si has elegido el mundo del periodismo o de la cultura, y estás en ese nivel intermedio comparable al de otras profesiones, macho (o hembra), lo tienes crudo. O eres Bisbal, o Arturo Perez Reverte, o Miquel Barceló, o Iñaki Gabilondo o, maldita sea, Francisco Marhuenda, o tu destino es trabajar ocho horas como mínimo al día en otro lugar y ya si después te apetece, dedicarte al arte o al periodismo por la noche.

¿Cómo queremos aspirar a saber qué pasa en el mundo en realidad sin que nos lo manipulen por el camino si no disponemos de periodistas que tengan las condiciones mínimas para poder decir que no a la producción de la basura informativa a la que masivamente estamos expuestos? ¿Cómo queremos aspirar a una sociedad que profundice en cuestiones que vayan más allá de cuánto cuesta este producto o cómo ha quedado el partido del domingo si no permitimos que los que tienen un arte que expresar y un mensaje que transmitir puedan dedicarse a ello?

La cultura trata de removernos el interior de nuestras cabezas y el periodismo intenta explicar lo que ocurre fuera. Sin ambas, nos quedamos vacíos y solos. La situación es tan crítica que asemeja a un helicóptero de salvamento que llega a una isla desierta e identifica unas letras gigantes dibujadas en la arena: “S.O.S. PERIODISMO Y CULTURA”.

¿Debemos resignarnos a que el helicóptero pase de largo?

Biólogo de formación con filósofa deformación, escritor, autor de la novela 'La soledad del escribido' y del blog 'Mi Mundo Descalzo', ha sido infectado por dos moscas ciertamente peligrosas: una,...