maria jose santos 120516

Apenas pude verte. Cuando llegué él ya estaba dentro y solo a través de una pequeña rendija de la puerta pude ver tu silueta. Eras una mujer. Desde entonces, para mí un ángel con bata blanca que acertó a dar con la dolencia de lo que a mí en aquel momento más me dolía.

Y luego como otro ángel, esta vez vestido de verde, viniste a recibirle en aquella sala grande que, a las 2 de la mañana estaba rebosante de vida. Luego vino otro, y otro, y otro… hasta llegar a las puertas mismas de un quirófano que tan solo unas horas antes no pensábamos pisar.

Y así fuisteis todos discurriendo ante nosotros hasta completar un número que no logro recordar de caras y nombres que habéis hecho posible que a día de hoy no haya pasado nada, quetodo haya quedado en un gran susto.

Por eso, mi agradecimiento a todos vosotros cuyos nombres y caras lamentablemente no recuerdo, pero a los que nunca olvidaré por vuestros hechos, vuestra atención y vuestra profesionalidad. Ojalá todos fuéramos más conscientes de vuestro esfuerzo y no permitiéramos que jugaran con vuestro pan que, además, es nuestra salud.