En Bami, Macarena y Nervión últimamente no se habla de otra cosa. La zona azul ha llegado a poner paz imponiendo el estacionamiento regulado como solución a todos los problemas de aparcamiento. Los vecinos, contentos; los comerciantes, contentos; los trabajadores, contentos. ¡Todo arreglado!

Seguro que el señor Zoido, y Aussa, claro, ven en esta medida la panacea. Qué mejor manera para mejorar la movilidad y el estacionamiento que obligar a pagar al ciudadano un canon por ir a trabajar o por visitar tal comercio. El primero de los casos, casi inevitable; el segundo, a evitar, de ahí la gran acogida que esta medida tiene entre los negocios de la zona.

De esta forma, ir a Nervión a comprar será estupendo, como pasa con hacerlo en Luis Montoto. Ni que decir de las visitas totalmente ociosas a los hospitales. Un verdadero gusto.

Todos son buenas caras y facilidades. Además, de un paso acabamos con los gorrillas, porque ni las ordenanzas municipales ni la Policía Local pueden hacer solos frente a esta lacra. En cambio, pagando, todo se arregla.

¿Pero qué pasa si no tenemos la suerte de poder usar el nuevo parque de aparcamientos disponible? No hay problema, pues nuestro Ayuntamiento piensa en todo y si no contribuimos con la zona azul podremos hacerlo si tan siquiera mover el coche, como se proponía en el borrador de la nueva ordenanza de circulación, donde se sugería multar a los vehículos que estuvieran más de 5 días estacionados en un mismo lugar.

Lo que pasa es que tenemos la memoria floja y se nos pasa que el impuesto de circulación que pagamos es para eso, para circular, pero que para estacionar aún no tenemos tarifa fija. Menos mal que para eso está la regulación y las cabezas pensantes que a menudo nos recuerdan que por lo que no se paga, no se disfruta.

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