A pesar de que ningún vegetal puede sobrevivir sin sus raíces, en el PSOE parecen ignorar esta ley básica de la botánica para encarnar a su propio emblema: una rosa cortada sujeta por una mano, sin raíz alguna que la sustente.

La rosa del PSOE destaca, además, por estar sola, sin arbusto alguno ni demás flores que la arropen. Exactamente como se está quedando el partido dentro de la izquierda española, la que un día abandonó para virar a un centro que no contenta a nadie. Exactamente como se está quedando su ejecutiva, pues sin raíz la rosa solo puede marchitarse, más aún cuando se está quedando incluso sin tallo, representado por las Juventudes Socialistas y las bases del partido, hartas de sustentar tamaña aberración de la naturaleza.

Y el tema de la abdicación de Juan Carlos I no ha hecho más que acrecentar las guerras y divisiones ideológicas que sufre el partido, porque decir que las raíces del PSOE son republicanas y a su vez apoyar una sucesión monárquica sin cuestionamientos ya no es solo un problema de raíz, sino de la parte más visible del vegetal, de la misma flor, que por mucha rosa que sea apesta a químicos que hacen que pierda su fragancia, su esencia.

La única solución para esta rosa es buscar un esqueje sano, de estos que están más pegados a las raíces que a la flor, plantarlo en otro tiesto con abono nuevo y esperar a que los nuevos brotes den un arbusto más fuerte y frondoso. No será cosa rápida, pero de no hacerse, no solo se marchitará esta flor, sino que toda su especie quedará condenada a extinguirse.

Qué pena que el horticultor, Rubalcaba, no sepa que en julio no se puede sembrar nada que aguante.

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