He empezado a beberme con gusto la versión americana de la serie ‘House of Cards’, donde se muestran las miserias del Capitolio y de la política estadounidense. Pero despierta mi preocupación el trasladar esta ficción, por poner un ejemplo, a la realidad de los pasillo de San Telmo o del Congreso de los Diputados.

¿Está el congresista Francis Underwood llevando al extremo la mala imagen del político, o lo está bordando Kevin Spacey con su ambición desmedida y falta de escrúpulos?

No voy a hacer ‘spoiler’, pues ni siquiera he acabado la primera temporada, pero veo muchas similitudes con la realidad española. Y andaluza.

Siempre hay un líder -aunque solo lo sea interiormente- que ejerce su influencia sobre el resto de compañeros, beneficiando supuestamente a su entorno, llámese Viera, o bien manejando el partido desde la sombra cual Arenas. También los hay que lo tocan todo, que también pueden servir estos dos ejemplos traídos al caso.

Chantajes, presiones, corruptelas… Encima los lobbys de por medio, que aquí podrían bien ser Endesa, Gas Natural o la propia Iglesia Católica, aunque todavía no he visto a ningún político que haya acabado su carrera en un seminario. En empresas de energía, sí.

Lo que llaman la ‘puerta giratoria’ es algo muy traído en la política española. ‘Tanto entra, sale tanto’ podía ser la adaptación del dicho a nuestra realidad actual. El último caso, la flamante ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, que ostentaba un alto cargo en Fertiberia, empresa de fertilizantes con un presidente imputado en el Caso Bárcenas por presuntas donaciones ilegales al PP. ¿Casualidad? En la política no existen casualidades, ni ficciones, es todo una realidad vergonzante que está anquilosada en nuestro sistema.

Aunque pueda resultar más o menos sorteable la Ley de Incompatibilidades, lo que no es salvable es el obstáculo moral que se presenta al pasar de lo público a lo privado con tanta facilidad, más aún cuando hay intereses de por medio.

Por eso cada vez que veo ‘House of Cards’ o la edulcorada ‘El ala oeste’ no puedo dejar de visualizar a la mafia política que tenemos mientras desde sus sillones se embolsan los bolsillos, defenestran a rivales y conspiran contra la democracia. Aquí la única ficción es que lo hagan por el interés público. Todo lo demás, realidad misma.

www. SevillaActualidad.com