-Mafalda a Libertad: ¿Y tú papá, Libertad, a quién piensa votar en las próximas elecciones?. -Libertad a Mafalda: Cállate, ¡anda con una cara el pobre! -Mafalda: ¡Ah! ¿Todavía no se decidió por ningún candidato? -Libertad: Sí, se decidió, ¡y anda con una cara el pobre!

Me gustaría pensar que quienes se han  cargado Ganemos Sevilla no llegan a comprender del todo qué ha pasado en los últimos meses. Que el fracaso de Ganemos no ha sido un proceso de destrucción consciente desde dentro. Que se les acabó la confluencia de tanto usarla asamblea tras asamblea, manifestación tras manifestación, y que nadie tiene la culpa de la ruptura.

Quizás el vértigo de estar ante una oportunidad única nos ha convertido a todos en casta antes de tiempo. Quizás es mejor así y ni siquiera debía haberse intentado el proceso de confluencia.

Querían (queríamos) ganar pero los partidos más grandes entre los más pequeños –IU, Podemos y Equo- no supieron ponerse de acuerdo a qué juego y, al final, todos hemos salido perdiendo. ¿De verdad querían ganar? Ya fuese por artimañas, por falta o exceso de experiencia, por arrogancia, por ganas de medrar…

Habrá mil explicaciones, pero lo cierto es que no han sabido establecer un mínimo marco de entendimiento. Y, muy a mi pesar, en el fondo me alivia que no vayan (vayamos) a ganar porque, si no han sido capaces de ponerse de acuerdo entre unos pocos con ideas parecidas, ¿cómo esperaban gobernar una ciudad de 700.000 personas?

Pensaron más en ellos mismos que en los sevillanos y el resultado ha sido el fracaso y la confusión: tres papeletas con siglas que pueden llegar a repetirse y tres programas prácticamente idénticos. Y todavía da tiempo a que se presenten más proyectos “radicalmente democráticos y de confluencia”. Aunque, más allá de la confusión, lo que de verdad duele es el regustillo con el que nos han dejado, ese regustillo de que algo huele a podrido en la izquierda sevillana.

Ganemos ha fracasado y con Ganemos ha fracasado Sevilla, que ha perdido la oportunidad de construir una alternativa al bipartidismo. Y lo ha hecho de la peor manera posible, perdiendo su honestidad, que es lo único que nos queda a los que estamos acostumbrados a perder.

Menos mal que la izquierda siempre encuentra un camino para volver a ilusionarse; sólo nos queda confiar en que algún día, por fin, se articulará un proyecto de izquierdas con el que de verdad se quiera ganar para transformar la ciudad. Y seguro que llegará. Desgraciadamente, no será en estas elecciones. En los próximos comicios se presentarán los mismos perdedores de siempre, con otros nombres o no, y ganarán los de siempre. Mi enhorabuena a Juan Ignacio y a Susana.

De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...