El de casta es un término tan de moda como viejo y manido, del que conviene huir a veces para que su abuso no le haga perder su significado.Pero hay veces que resulta una palabra irrenunciable para describir a quienes desde hace años se encuentran atrincherados en los distintos sillones de la política española.

Si Mercedes Serrato resumía así de bien la semana pasada por qué calificar como casta a quienes sostienen la máquina bipartidista española, yo vengo hoy a hablar en concreto de Miguel Arias Cañete quien, seguramente, represente como ninguno la oligarquía política que actualmente domina nuestras instituciones.

No hay dudas de que estamos como estamos por tener pululando en puestos de responsabilidad a gente sin ningún escrúpulo como este Arias Cañete, cuya trayectoria y biografía representan una versión actualizada del tradicional cacique español y que, como tal, ha perdido el más mínimo pudor a la hora de mezclar de manera evidente sus asuntos privados con los públicos.

La última anécdota vergonzosa de este coleccionista de coches que el día de las elecciones salió a montar en bici es de traca; dejemos que la explique el representante de Equo en el Parlamento Europeo, FlorentMarcellesi:

Lo único positivo de este vídeo es que demuestra que Europa sirve para algo; por lo menos, para que nuestros políticos parezcan decentes y se laven la cara y las manos antes de representarnos. Una deferencia que en ningún caso tuvo Arias Cañete cuando, siendo ministro de Medio Ambiente, mantuvo esas acciones e intereses a los que se ha visto obligado a renunciar para ser comisario de Energía y Cambio Climático.

Su elección, por otra parte, refleja que el proyecto europeo sigue siendo incapaz de comprometerse para afrontar los inmediatos retos medioambientales continentales y globales en los que la Unión Europea debería jugar un papel decisivo. Pero este es otro tema y será mejor no entrar a analizar aquí la naturaleza de la casta de Bruselas, porque bastante tenemos con la española.

Más allá de esto, el próximo nombramiento de Arias Cañete evidencia la limitada moral del futuro comisario –y en extensión del gobierno español-, al abandonar ahora sus acciones forzado por unos compañeros europeos que demuestran tener algo más de decencia que nuestro personaje y que nuestro ejecutivo.

Pendientes de perpetuarse en algún sillón y de beneficiar a sus círculos más cercanos, algunos como Arias Cañete han llegado incluso a perder las formas haciendo sus trapicheos de manera pública sin mostrar reparo alguno. No lo olvidemos: las formas son el fondo; y las de este político y las de quienes nos gobiernan demuestran un fondo ideológico desolador.

De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...