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Antes de empezar a escribir, déjenme que lo haga en pie. ¿Por qué? Por la admiración que un servidor siente hacia el eterno capitán cajista. Un jugador nacido en las islas afortunadas, y criado en una de las mejores huertas de jugadores: Baskonia. Una vez que madurado, el canario empezó a disputar minutos y más minutos en ACB, dejando su huella en todo equipo que defendía.

José Luis Sosa. 30 de Junio de 2007. San Pablo perdía su corazón naranja. Su capitán, no seguiría una temporada más. Sevilla dejaría de ver la zurda del jugador canario, o la entrega, la garra y el coraje que demostraba en cada partido. La operación de rodilla y una renovación de las estructuras en el Club Baloncesto Sevilla –como cambiar de nombre, de Caja San Fernando a Cajasol- dejaron fuera de la siguiente temporada al jugador exterior.

Ya no existe el romanticismo en el deporte. Ahora sólo existen ceros. De sentimientos a beneficios. De equipo a empresa. Pero en este mundo con tanto trasvase de jugadores, es raro ver a un jugador como el canario. Silencioso fuera de la pista, quizás por eso no contaba con tantos medios como sí lo tuvieron compañeros suyos en Sevilla. A pesar de no tener el reconocimiento de la mayoría de los medios, los seis entrenadores que le tuvieron a sus órdenes no dudaban en halagarlo. «Tiene algo que no se compra» decía Comas una y otra vez en su comparecencia en rueda de prensa; el mismo Comas que no hubiera prescindido de él de ninguna de las maneras.

El zurdo, algo encorvado y poco estético en su tiro a canasta, no tendrá ningún seguidor por sus promedios de anotación, esos que tan sobrevalorados están. Mucho menos tendrá a un grupo de jovencitas esperándole a la salida del vestuario para gritar cuando lo vean o intentar fotografiarse con él. Su foto tampoco será de las más subidas a las redes sociales. Ahora la moda es querer imitar una y otra vez a jugadores por hacer –Ricky Rubio- o sin capacidad de sacrificio –Michael Ignerski, que lo sufrimos más que lo disfrutamos en Sevilla-. El canario, hoy en el Meridiano Alicante, es de esos jugadores que no terminará con una valoración extraordinaria. Por eso no será de los más fichados en el SuperManager, un juego que engancha demasiado y que ha hecho ver a las estadísticas como algo vital en el baloncesto. Sin embargo, ya lo decía Bozidar Maljkovic: «La estadística es como el bikini en la playa. Te enseña algo pero no ves la imagen completa». Y él era, y es, la parte importante, lo que sostiene y rellena al bikini, al equipo.

Podemos seguir parafraseando a Bozidar Maljkovic, un entrenador eminentemente defensivo, y que no entrenó al zurdo canario. «¿Sale alguien a pasear con su novia en posición defensiva? No, porque no es cómodo.» Quizás el canario era la única persona a la que le salía innata la correcta posición defensiva. Y no sería extraño que hubiera paseado por las calles de Sevilla junto con su novia, sin abandonar la posición defensiva.

Carlos Cazorla pisará otra vez una pista que él siente como suya y que muchos aficionados al Cajasol desearían que siguiera siendo suya. Poder verle defendiendo a los mejores jugadores de la competición y secarlos –Pete Mickael- o desquiciarlos –Zoran Planinic-. Y en ataque organizar a su equipo desde la posición de base, o hacer daño con sus rebotes ofensivos o con tiros cómodos –escasos- o penetraciones. Todo esto, sin ser referencia en ataque y sabiendo cual es su auténtico rol.

Esta jornada, volverá a Sevilla el capitán eterno. El corazón que nunca debió abandonar San Pablo. ¡Oh capitán, mi capitán!

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