Que el sistema inmunitario mantiene un importante papel en la salud humana es un hecho irrefutable. Pero, ¿sabrías de qué se encarga exactamente?

En pocas palabras, el sistema inmunitario, se encarga de combatir infecciones por diversos gérmenes -bacterias, virus, hongos, parásitos- así como de aquellas células que se vuelven malignas, es decir, conforma las defensas de nuestro cuerpo. Pero para que nuestras defensas se mantengan en primera línea de batalla es necesario mantenerlo bien nutrido. Y ¿cómo podemos conseguirlo? Mediante una alimentación equilibrada y saludable, nuestro cuerpo es capaz de adquirir todos los nutrientes necesarios para mantener las funciones del organismo, entre ellas, las que realiza el sistema inmunitario.

No obstante, la necesidad de mantener una alimentación saludable no es ninguna novedad, viene siguiendo parte de la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales y así lo reflejan diferentes frases célebres como la del médico y filósofo Hipócrates (460-370 a.C.) quien dijo “que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento” o la del filósofo Epicteto (55-135) que observó que “Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come”.

Dada la importancia de la nutrición sobre el sistema inmunitario cabe hacerse diferentes preguntas al respecto ¿Puede la alimentación evitarnos enfermar durante las diferentes etapas de nuestra vida? ¿Realmente tiene la alimentación un efecto en tu sistema inmunitario? ¿Podemos combatir enfermedades a través de la alimentación? La respuesta a todas estas preguntas es sí, aunque es necesario matizar, ya que también va a depender de diferentes factores que añaden una carga adicional a la calidad de su funcionamiento (la edad, el sexo, la etnia, el estrés, el ejercicio físico, el consumo de tabaco y/o alcohol).

Sin embargo, es en las últimas décadas cuando la comunidad científica ha comenzado a estudiar la relación que tiene la alimentación en nuestra salud. En este contexto aparece una nueva disciplina científica, la “Inmunonutrición”, que estudia cómo afecta lo que comemos a nuestras defensas. Al estudio de la inmunonutrición se dedica el grupo de investigación sevillano liderado por el Dr. Montserrat de la Paz “InmunoNutrición e InmunoMetabolismo” (INIM).

La inmunonutrición estudia cómo afecta lo que comemos a nuestras defensas

Entonces, de forma muy generalizada, la alimentación va a determinar parte de la salud de nuestro sistema inmunitario incluso antes de ser conscientes de ello. Es justo en el vientre de nuestra madre cuando comienza la formación de las primeras barreras de defensa, donde además entran en juego el estado de salud y los hábitos alimentarios de la madre. Una vez, llegamos al mundo, como buenos mamíferos, nos amamantamos y seguimos recibiendo nutrientes que continúan forjando nuestro sistema inmunitario. Podemos considerar tan importante este periodo puesto que, se ha observado que tomar leche materna se relaciona con la disminución de la aparición de diferentes enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, las alergias o el asma durante la niñez; y a su vez con la diabetes y la obesidad durante la vida adulta.

Avanzando hacia etapas intermedias del desarrollo humano se observan necesidades variables en la alimentación hasta la llegada de la edad adulta, donde las necesidades se estabilizan ya que hemos llegado a nuestra plenitud en cuanto a evolución física, biológica y psíquica. Es entonces cuando vemos forjados nuestros hábitos dietéticos y estilo de vida que van a condicionar la aparición o no de algunas enfermedades crónicas, forzando con ello a nuestro sistema inmunitario.

Pero, ¿de qué manera puede afectar lo que comemos? Los diferentes nutrientes que componen a los alimentos como carbohidratos, proteínas, grasas y oligoelementos (vitaminas y minerales) deben aportarse en un equilibrio que se consigue siguiendo las recomendaciones que aparecen en la pirámide de alimentos de la Sociedad Española de Nutrición y Endocrinología (SENC).

En el caso de los carbohidratos o azúcares es importante tanto el origen del alimento rico en azúcares que consumimos, como la cantidad que ingerimos, ya que un exceso de azúcares sencillos que podemos encontrar en la bollería industrial y las harinas refinadas se relaciona con un bajo grado de inflamación que da lugar a resistencia a la insulina o a ciertas afecciones propias de la mujer como el síndrome de ovario poliquístico.

Por otro lado, existe una larga lista de sustancias naturalmente presentes en los alimentos que son estrictamente necesarias para nutrir al sistema inmunitario, a estos nutrientes los podemos llamar inmuno-nutrientes, como es el caso del Zinc o las vitaminas CD que cooperan manteniendo los componentes del sistema inmunitario, cuando no consumimos suficiente se relaciona con el riesgo aumentado de infecciones, sobre todo de las vías respiratorias altas, como el resfriado común y la gripe . Sin embargo, con ello no queremos decir que sea necesario inflarnos a Zinc o vitaminas C y D, ya que las necesidades se cubren perfectamente con una dieta equilibrada.

Además, existen otro tipo de inmuno-nutrientes que no son esenciales para el sistema inmunitario, pero son capaces de incurrir en su función fisiológica mejorando su respuesta. Debido al arduo trabajo que realizan las defensas, las células del sistema inmunitario se encuentran en un estado de estrés oxidativo, nuestro propio organismo produce diferentes sustancias antioxidantes para solventar dicho estrés, sin embargo, a veces es necesario un aporte extra que conseguimos mediante la dieta.  A este lado de los inmuno-nutrientes encontramos a los famosos polifenoles que actúan como antioxidantes y se encuentran principalmente en la cáscara de frutas. Son ejemplos de polifenoles el resveratrol que encontramos en la uva, la curcumina presente en la raíz de cúrcuma, ahora tan de moda. Pero también la oleuropeína que se encuentra en la aceituna, así como la fraxina  y la miricetina presentes en otras frutas y vegetales.

No obstante y siendo objetivos, todo indica que la cantidad de inmuno-nutrientes en los alimentos no es demasiado alta como para poder considerar que tengan poder curativo per se, es por ello que una pequeña parte de la ciencia y la industria alimentaria se centran actualmente en conseguir concentrar esos interesantes componentes para crear “superalimentos”. Sin embargo, es aún necesaria mucha investigación para llegar a conseguir verdaderos “superalimentos” que serán capaces de mejorar nuestra respuesta inmunitaria y e incluso de curar enfermedades.

Aun así, no podemos perder la fe en los alimentos, ya que contamos con un instrumento esencial para mantenernos sanos y fuertes: la alimentación variada y equilibrada, rica en frutas y vegetales frescos, frutos secos y semillas, legumbres y aceite de oliva virgen extra, que junto a unos hábitos de vida saludables refuerzan nuestro sistema inmunitario. Al fin y al cabo no podemos olvidar que, como dijo el filósofo alemán “somos lo que comemos”, y como hemos podido saber, prácticamente desde el momento en el que somos concebidos.

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