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Hace un tiempo escribí sobre lo maravilloso que ha sido el progreso en términos de educación en España y, concretamente, en Andalucía.

Jamás en nuestra historia han existido tantas personas en nuestra tierra que saben leer y escribir. Os contaba, que si parásemos aleatoriamente a 100 andaluces por la calle y les preguntáramos si saben leer o escribir, 96 personas nos dirían que sí.

A pesar de que estas dos habilidades son esenciales en sí mismas para nuestro desarrollo personal, ya que nos permiten disfrutar del legado escrito de generaciones pasadas, o de un sinfín de historias que sólo se pueden contar en papel, las competencias que aprendemos en la escuela, el instituto o la universidad también tienen un valor económico que determina enormemente nuestro futuro y bienestar.

Una persona que haya estudiado en la universidad va a ganar más, casi con toda certeza, que otra que solo tenga el graduado escolar. Esto no ocurre porque una sea más inteligente que la otra, sino porque las habilidades que se enseñan en centros universitarios están más cotizadas en el mercado de trabajo, y, por este motivo, las empresas están dispuestas a pagar más por ellas. Además de ganar más dinero, los trabajadores con mayor nivel de estudios tienen mucha más facilidad para encontrar trabajo.

Por supuesto, todos conocemos algunos casos en los que esto no se da exactamente así. Por ejemplo, durante los años de la burbuja inmobiliaria, un trabajador en la construcción con tan solo el graduado escolar podía ganar más que un ingeniero informático. Sin embargo, como hemos acabado viendo a partir de 2008, esta situación no es sostenible en el tiempo, y, en términos generales, un mayor nivel de preparación en centros educativos equivale a mayores salarios.

Esta relación entre el nivel de educación de los trabajadores y sus salarios se ha estudiado para España, y los resultados son muy interesantes. Por ejemplo, si comparamos el caso extremo de una persona que no haya ido nunca a la escuela, con la de otra que haya estudiado en la universidad y se haya sacado un máster, ¡el universitario puede ganar hasta el doble! Considerando un caso un poco más común, como el de un español que haya realizado un ciclo formativo de grado superior, con el de otro que dejase de estudiar después de completar la educación secundaria obligatoria (ESO), veríamos que la diferencia de salarios entre los dos sería grandísima (hasta un cincuenta por ciento). Además, los beneficios de estudiar más no acaban aquí, ya que la probabilidad de que el trabajador con el ciclo formativo tenga trabajo es siete veces mayor que la de su compañero que tan solo finalizó la ESO.

En una comunidad autónoma como la nuestra, donde el porcentaje de la población que ha completado bachillerato o algún tipo de estudio universitario está muy por debajo de la media nacional, estos datos nos dicen claramente que hay un gran potencial por aprovechar en nuestra tierra. Este potencial no es únicamente importante para aquellas personas que tengan un nivel de estudios bajo (ya sea por falta de oportunidades o por haber decidido dejar de estudiar de forma temprana), sino para todos nosotros, ya que podríamos vivir en una sociedad donde nuestros vecinos puedan tener una vida más próspera, con menos estrés y con una mayor capacidad para hacer planes a largo plazo. Por este motivo, si queremos construir una Andalucía más desarrollada, feliz y digna, sabed que la educación tiene que estar en nuestra lista de prioridades.

De padres gaditanos, nació en la Alemania dividida de 1987. Lo único que tiene claro es que la humildad y el olor de su tierra no se le han olvidado y que, a pesar de que cada región es especial en...