En la noche de ayer, el Presidente de la República se ha dirigido a los españoles ante la situación de emergencia que vive el país tras la insurrección de la Generalitat en su intento de desagregar Cataluña del resto del Estado. Con gesto adusto y la preocupación reflejada en el rostro comenzó su discurso:

“Españoles: Estad seguros de que ante la posición antipatriótica del Gobierno de Cataluña, que se ha declarado faccioso, el alma entera del país se levantará en un arranque de solidaridad nacional tanto en Cataluña como en Castilla, en Aragón, en Galicia como en Extremadura, en las Vascongadas como en Navarra y Andalucía, para ponerse al lado del Gobierno y de todas las leyes de la República, por la unidad moral y política que hace de todos los españoles un pueblo libre, de gloriosa tradición y de glorioso porvenir.

Todos los españoles sentirán en el rostro el sonrojo de la locura que han cometido unos cuentos. El patriotismo de Cataluña sabrá imponerse allí mismo a la locura separatista y sabrá conservar las libertades que le ha reconocido la República bajo un Gobierno que sea leal a la Constitución. En Madrid, como en todas partes, una exaltación de la ciudadanía nos acompaña. Con ella, y bajo el imperio de la ley, vamos a seguir la gloriosa historia de España”.

El jefe del Estado, Mariano Rajoy, concluyó el mensaje anunciando que ha comunicado a los líderes políticos su decisión de instar a la presidenta del gobierno de la República, Soraya Sáenz de Santamaría, para que proceda a la aplicación inmediata del artículo 155 de la Constitución, en aras de restablecer el Estado de derecho en Cataluña y garantizar las libertades de todos sus ciudadanos seriamente dañadas por las decisiones unilaterales de la Generalitat, al margen del Parlament y la Constitución y amparadas en un referéndum declarado ilegal por el Tribunal Constitucional y realizado sin garantías ni transparencia.

No, no me he vuelto loco; está claro que todo lo que he escrito hasta ahora es una historia irreal, simplemente he planteado un nuevo punto de vista para invitar a la reflexión. Y lo hago porque parece que algunos nos quieren convencer de que lo que ocurre en Cataluña, no habría ocurrido si estuviéramos en una república, que todo sería paz y amor, y que el diálogo entre unas supuestas instituciones republicanas con los independentistas catalanes los haría desistir en su voluntad secesionista.

La historia con la que comencé esta tribuna ya dije que es una historia irreal; pero lo es solo en parte; está claro que ni Mariano Rajoy es el Presidente de la República, ni Soraya Sáenz de Santamaría lo es de su gobierno; pero podrían serlo si hubiera una república, y estoy seguro de que en ese caso muchos dirían que, aunque votados por una mayoría, no les representan.

Sí son reales y ciertas, en cambio, las palabras que he puesto en boca de Rajoy cuando se dirige a los españoles, y éstas sí son palabras de un Presidente de la República real: Niceto Alcalá-Zamora. Las pronunció en octubre de 1934, hace más de ochenta años; se parecen mucho a las del rey actual. Está claro que la historia se repite y que no hemos sido capaces de evitar que se repita.

Las discusiones políticas siempre son apasionadas, pero cuando la pasión se desconecta completamente de la razón, acaba imperando el odio y el desprecio.

De todo lo que está pasando lo que más me preocupa son sus consecuencias: el daño que la sinrazón acaba haciendo a las personas. Las discusiones políticas siempre son apasionadas, pero cuando la pasión se desconecta completamente de la razón, acaba imperando el odio y el desprecio. Hace unos días, después de leer una entrevista que le hicieron a la directora de cine catalana Isabel Coixet, me desconcertaron de sus palabras una rotunda afirmación, “nos están echando de Cataluña”. La crudeza de esas palabras nos retrotraen al dramatismo de otras épocas en España y en Europa; pero lo que más me  impactó de la entrevista, además del “estado de angustia y tristeza” de la directora por el acoso y los insultos que sufre en su propio barrio, fue que, con su hermano, independentista, ha tenido que dejar de hablar de Cataluña.

Desgraciadamente, hasta ese diálogo fraterno se lo ha acabado llevando por delante la sinrazón a mayor gloria de la patria.

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...